Jóvenes subalimentados / P. Hugo Cisneros
El Papa Francisco ha lanzado una hermosa invitación a todos los jóvenes del mundo para que, desde hoy, presenten sus inquietudes, sus aspiraciones y sus propuestas para la celebración del Sínodo de la Juventud para el próximo octubre del 2018. Que la reflexión que comparto sea un motivo para que todos comencemos a pensar en los jóvenes y la importancia del Sínodo que se prepara.
Creo que a muchos de nosotros nos sorprenderá el título de este mensaje porque creo que muchos de los jóvenes especialmente, nunca se han puesto a pensar que existe una subalimentación espiritual. No solo físicamente podemos estar subalimentados y sentir los estragos de una falta de alimentación adecuada. En el campo del espíritu constatamos que existe jóvenes con una subalimentación grande que está creando seres «anémicos espiritualmente».
Hoy el joven carece de una adecuada alimentación del espíritu. Lo que alimenta al espiritu son valores que no contienen todas «las proteínas espirituales necesarias» para fortalecer el espíritu debilitado por muchas circunstancias. Tal es la subalimentación del joven que éste se contenta con: sensaciones dé gusto, sensaciones de libertad, sensaciones de realización.
El joven por desgracia no encuentra «mercados» apropiados que ofrezcan «alimentos» que realmente den fortaleza a su alma, a su vida. ¿Dónde encontrar algunas dosis de responsabilidad? ¿Dónde puedo encontrar una honestidad diáfana, una honorabilidad intacta? Que difícil le resulta al joven encontrar los «alimentos vitales» para su espíritu, y que fácil resulta encontrar aquellos alimentos que aumentan su «ane¬mia espiritual», le inflan y no le alimentan: droga, alcohol, vicios, facilismo, superficialidad.
Es más fácil para el joven acercarse a una revista barata que no alimenta su espíritu antes que a un libro sólido, lleno de contenido, de experiencia, de vida. Que tristeza da ver que el joven busca aíanosamente otros alimentos que solo «le inflan espiritualmente», pero no le alimentan, no le fortalecen; en todo buscan el engaño, en todo cree alcanzar grandezas sin el menor esfuerzo, quiere hacerse valer por aquello que es superficial o «apariencias de alimento».
Creemos que es hora que el joven se sienta subalimentado espiritualmente y se alimente de verdad, para que mañana no tengamos que soportar “enfermos crónicos del espíritu”, para que mañana no tengamos que crear “manicomios” y “casas de reposo” para gente que descuidó su alimentación espiritual en su juventud y llegaron a su adultez enfermos, raquíticos, sin fuerzas o anémicos. Hoy el mundo quiere que el joven se alimente verdaderamente, quiere que se vuelva a cumplir esas palabras sabias: “Mente-espíritu sano en cuerpo sano”. Qué hermoso será cuando la salud del cuerpo fruto de una adecuada alimentación, armonice con la salud espiritual fruto también de un adecuado cuidado y responsabilidad. (O)
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