Juegos salvajes / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión


No cabe duda que la adolescencia es una etapa única y de grandes recuerdos. Para muchos posiblemente la mejor época de la vida. Hacemos amigos, compartimos locuras, soñamos con ser grandes, todo, sin las responsabilidades de los adultos. Y aunque no siempre es así, porque en todo hay excepciones, la adolescencia también es una etapa en la que cometemos errores torpes producto de nuestra inmadurez y de los que podemos arrepentirnos el resto de nuestras vidas.

Recuerdo, por ejemplo, que en el colegio de cuando en vez salían juegos de moda en los que primaba la violencia y el daño físico. Alguien lanzaba una moneda al piso y todos quienes estaban alrededor de ella la pateaban tratando de alejarla de sí, y en el intento muchas canillas salían lesionadas. Recuerdo otro que duró al menos un par de años, que consistía en tomar mucha viada y de costado pegarle con toda la fuerza en la espalda de algún compañero que iba delante ajeno totalmente al “culatazo” -así se llamaba- que estaba por recibir. Éste caía de bruces al piso mientras el resto se mofaba y celebraba tal salvajada.

Hoy las cosas no han cambiado mucho. Circulan en las redes un par de videos de muchachos que atentan a la integridad e incluso la vida de sus compañeros con algunos juegos de brutalidad extrema. En uno se ve a tres jóvenes saltando, el de la mitad debe imitarlos, pero cuando lo hace, los de los extremos patean simultáneamente sus tobillos en el aire haciendo que el joven caiga de espaldas. Ya hay un chico en terapia intensiva por fractura de cráneo. En otro video, una chica usa una soga que la lanza por detrás de alguien que está de espaldas, la soga pasa por sobre la cabeza de la víctima, llega a sus piernas y es cuando la hala con fuerza haciendo que caiga de cara al suelo, todo en cuestión de segundos.

Creo que es deber primordial de los padres y también de los profesores advertir a los muchachos y estar pendientes de evitar este tipo de torpezas que pueden causar graves daños. La adolescencia es la vida en ebullición y precisamente por eso no debemos descuidarlos. Los jóvenes necesitan nuestra guía, nuestro ejemplo y nuestra energía en ciertos casos como padres. No permitamos, padres y maestros, que este tipo de juegos salvajes se vuelvan moda. Corrijamos las malas actitudes. (O)

mariofernandobarona@gmail.com

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