Justicia ancestral en Quitocucho

El bullicio de la feria de La Libertad se convirtió en un escenario de revelaciones y justicia, antier. Entre los pasillos de ganado, un toro, vendido días atrás, se convirtió en la clave para desentrañar un robo que sacudió a Quitocucho.
El animal, que había cambiado de dueño sin su consentimiento, fue reconocido por sus legítimos propietarios, quienes de inmediato comenzaron la búsqueda de respuestas. La investigación los llevó primero hasta el comprador en Guaranda, luego a los intermediarios de la transacción y, finalmente, al verdadero responsable: un joven de 20 años que admitió haber llevado el toro para saldar una deuda.
El veredicto no tardó en llegar. La comunidad, regida por sus propias normas, requisitos que el joven debía ser sometido a la purificación, un castigo ancestral que busca corregir antes de castigar, pero que impone disciplina y respeto.
Mientras el sol caía sobre Pelileo, los habitantes reafirmaban su código de justicia. El toro había vuelto a casa. El joven, en cambio, enfrentaba las consecuencias de sus actos, en un recordatorio de que en la Sierra ecuatoriana, la justicia comunitaria no se detiene ante nada. (I)