LA BESTIA HERIDA / Mario Fernando Barona
Las jornadas de paralización que vive el país son producto de tres factores: la insensatez de Iza, el terrorismo de escritorio de los asambleístas y los errores de Lasso. Mientras el líder indígena busca derrocar al gobierno con violencia, los representantes del pueblo torpedean cualquier iniciativa del gobierno y el presidente, por su parte, trata de mantenerse en el poder con medias tintas. El primero y segundo con estrategias claras, el tercero sin ellas.
Lo único que sabe hacer Leonidas Iza y lo hace bien es sembrar caos, de él no podemos esperar decencia o cordura, se debe a la izquierda y la izquierda opera bajo esos parámetros de irracional hosquedad. Actúa, además, en sincronía (léase ‘lo usan’) con el grupo delincuencial de UNES y otros. En cambio, Guillermo Lasso sí tiene caminos decentes para salir con la frente en alto de esta sucia encrucijada. Revisemos algunos.
Para comenzar, el presidente Lasso nunca contó con un gabinete ministerial ni equipo asesor a la altura de las circunstancias (sin considerar a los correístas de su entorno íntimo). A excepción de muy pocos funcionarios, no hay quién destaque con pundonor y mérito en las diferentes carteras de Estado.
Segundo. Eslóganes como “el gobierno del encuentro” deben pasar a segundo plano. La publicidad en estos días de tensión debería ir enfocada con energía y contundencia a informar los logros alcanzados y los que vienen, así como a hacer notar las mentiras y medias verdades de los revoltosos, y para hacerlo no basta con un par de cadenas nacionales, hay que remarcar la verdad hasta el cansancio. Fíjese que una inmensa mayoría de ecuatorianos no sabe lo que se ha hecho, o sabe muy poco, o lo que sabe está distorsionado, no podemos entonces desperdiciar esos espacios con inútiles candilejas. La gente está molesta y hay que bajar tensiones siendo más objetivos con el mensaje.
Tercero. Está bien convocar al diálogo, pero con vándalos y terroristas Lasso debe dejar el discurso de cafetín y con tino e inteligencia hacerse sentir de a de veras cual bestia herida, que es justamente como se siente la institucionalidad y la democracia en el país. Es claro que el propósito es derrocarlo, por tanto, a este grupo de maleantes no se les puede secundar con acciones timoratas o caminos diplomáticos, debe ser duro, como dura es la violencia que ejercen los golpistas.
Y si para la publicación de esta columna usted presidente aún no ha caído (porque si lo ha hecho ya, habrá sido sin pena ni gloria), estará entonces todavía a tiempo de hacerle notar al mundo el dolor que siente la bestia. Y si mañana lo echan, que la historia lo recuerde como el presidente que dio verdadera guerra, de esa cruda e implacable, a una horda de rufianes.
Espero haber despabilado a la bestia.