La ciencia no engaña, la política sí
La semana pasada hicimos mención al átomo como estructura elemental de la física y dijimos que apenas el 0,0000000001 % de ese átomo es “materia”, así entre comillas, es decir que un colosal espacio del átomo es vacío. Parangonando con nuestra realidad política decíamos también que ese enorme espacio se parece al infinito vacío de moral y decencia de muchos de nuestros políticos.
Hoy vamos a adentrarnos más en la estructura atómica y consecuentemente a seguir asombrándonos con los increíbles descubrimientos científicos, así como con otras analogías que les calzan perfectamente a los impresentables políticos.
En un principio, la física newtoniana sostenía que el átomo era la partícula más pequeña del Universo. De hecho, la palabra “átomo” viene del griego atomon que significa indivisible. No obstante, a partir de 1985 los científicos empezaron a descubrir que los átomos no solo que podían dividirse, sino que al hacerlo, encontraron partículas más pequeñas (electrones, protones y neutrones) y que estas a su vez estaban formadas por subpartículas cuánticas aún más ínfimas -y de comportamiento muy extraño-, como los bosones, fermiones y los quarks, pero -y aquí lo increíble- ninguna de ellas son algún tipo de material sólido o “partícula” física entendida como tal, sino que en conjunto, cada átomo, es un vórtice invisible de energía extremadamente potente, tan potente, que se los denomina nanotornados (o tornados de tamaño infinitesimal).
Así pues, si los átomos en esencia son solo vórtices de energía y las moléculas, que están compuestas por átomos también lo son, quiere decir que lo que conocemos como “materia” (de ahí el entrecomillado inicial) y absolutamente todo lo que nos rodea (y lo que no), incluido usted mismo, son en el fondo (muy, muy, muy en el fondo) una extraña forma de infinitos tornados de energía o dicho con simpleza: únicamente energía.
Todo esto no es un invento mío, ni lo digo porque se me ocurre, lo sostiene la ciencia con sólidos argumentos probados hasta la saciedad; sin embargo, en la política ecuatoriana, pese también a las innumerables, irrefutables y aplastantes pruebas de corrupción en contra de un grupo de narco políticos liderados por un delincuente prófugo, estos pretenden torcer la verdad y hacer creer al mundo que son inocentes.
La diferencia radica en que en la ciencia nadie con verborrea precoz puede solo pararse en una tarima y negar una teoría probada, tiene que sustentar técnica y científicamente sus afirmaciones; en política en cambio, cualquier cretino charlatán en un tris convierte la verdad en mentira con tan solo declararse perseguido, venderse como angelito y repetir hasta el cansancio que el sinfín de acusaciones en su contra son falsas. Sí, ellos igual son un tornado… pero de mentiras y engaños. (O)