La ciudad de Ambato en el siglo XIX

Columnistas, Opinión

El naturalista Francisco José de Caldas, viaja por el actual territorio ecuatoriano entre 1.798 y 1.802; realizó La muchas anotaciones geográficas, geodésicas y geológicas, algunas observaciones sobre la ciudad de Ambato, constan en sus diarios; como las siguientes: 

“El lugar tiene una situación agradable y bella; sus calles alineadas y agradables, teniendo en la principal calle dos series de sauces de la especie piramidal, que presenta una alameda en el centro de la población, a la derecha e izquierda de toda la urbe corren dos filas de sauces formando alamedas agradables y frondosas, que encierran el lugar y hacen contraste muy grato con las arenas estériles de la colinas inmediatas. Cada casa tiene un solar cultivado con frutos que produce el país. Las casas se hallan dispersas y no “fastidiosAmente amontonadas” como en los lugares populares. Casas e iglesias son bajisimas y de un solo piso, por temor a los temblores. 

Todo es  reciente en Ambato, y el edificio mas antiguo apenas cuenta con siete años. La plaza es espaciosa, la iglesia es de madera, media- namente adornada. Hay gente de alguna distinción, mucho mestizo y mas indios, celebra los domingos una feria bien concurrida y abundante de frutos que aquí se producen y de los que se cultivan a 12 y aún a 16 leguas… “En las vegas del río se crían las peras y Ambato goza del privilegio exclusivo en toda la extesión del vireynato de recoger este fruto delicioso”.

Francisco Hall un militar inglés que luchó a favor de la independencia Sudamaricana, vivió entre nosotros desde 1.826 hasta 1.833. Sobre las impresiones de Ambato, Francisco Hall dice: “realmente es un oasis en todos los aspectos; pero la vida vegetal y agrícola de Ambato, se debe a su delicioso clima primaveral y al aprovechamiento del agua del rio más útil de la región. Su gente es tratable y generosa, pero lo que más me llama la atención ver tanta gente blanca o descendiente de españoles… “En esta bonita ciudad descansamos lo suficiente y comiendo las magni- ficas viandas que nos brindaron. Como hubiera podido quedarme más días…” 

Asi fue la Ciudad de Ambato en el siglo XIX; siempre hermosa y con gente amable. (O)

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