La COP26 / Fabricio Dávila Espinoza
La COP26, vigésima sexta conferencia del clima, es calificada como la última oportunidad para salvar el planeta. Las decisiones encaminadas a cambiar el rumbo y frenar las consecuencias del calentamiento global, cuya catástrofe aún no se manifiesta en la magnitud de lo que estaría por venir dentro de unos años, requieren firmeza en su aplicación.
En 1992 se celebró la primera Cumbre de la Tierra, cuyo logro fue la adopción un pacto global bajo el nombre Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). De esta forma, las naciones manifestaron su compromiso de estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Si bien, este acuerdo cuenta en la actualidad con 197 países adherentes, aún no ha producido resultados. La catástrofe ambiental cada día es más evidente.
Desde 1994, año en que entró en vigor el CMNUCC, la ONU ha reunido anualmente a la mayoría de países en cumbres sobre el clima. Estas convenciones, conocidas como COP, hasta ahora han servido para fijar objetivos incumplidos. El 2020, año de la pandemia, la cumbre fue suspendida. Pero, este año, la COP 26 vuelve con fuerza. Los expertos piensan que se está agotando el tiempo. Entonces, esta reunión desarrollada en la ciudad escocesa de Glasgow, los primeros días de este mes, tiene una relevancia sin precedentes.
La situación climática dejó de ser un problema lejano, para convertirse una emergencia mundial apremiante. La vida en el planeta podría verse en riesgo las próximas tres décadas. Al ritmo en que avanza la contaminación del aire, nos precipitamos hacia un aumento de la temperatura global que sólo es imaginable en las películas apocalípticas. De ser así, para finales de este siglo, habría inmensas zonas calcinadas debido a incendios forestales en el hemisferio norte durante el verano, un tercio del hábitat de los mamíferos se perdería y tendríamos períodos de sequías de entre cuatro y diez meses cada año. Entre otras consecuencias. Las predicciones no son optimistas.
El único escenario viable para el futuro de la vida en la Tierra es llegar a un nivel de calentamiento no superior a el 1,5°C. Las potencias mundiales se han comprometido con esta causa una vez más. El mundo necesita reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos ocho años. La COP 26 es nuestra última oportunidad.