La craneopuntura / Kléver Silva Zaldumbide
Dentro de la riqueza terapéutica universal es muy importante seguir explorando la sapiente generosidad de otras escuelas médicas diferentes a la nuestra, ya que aquello redundará en el beneficio de una práctica médica un poco más neutral e intentará realmente apegarse a las verdaderas aspiraciones del paciente, siguiendo un anhelo, el de que cada vez que la apliquemos sea más humana, inofensiva y menos servil a intereses de consumo.
Cuando Cristóbal Colón refería que “Si uno decide aventurarse por mares lejanos, tiene que tener el coraje de perder de vista la costa”, es que si nuestro horizonte se acaba tan sólo donde nos han enseñado a ver, nunca se nos cruzará por la mente la posibilidad de que existen otras fuentes de conocimiento, otras formas de establecer con juicio y justicia una adecuada estrategia de tratamiento hacia un paciente y la particular e individual presentación de su enfermedad. La Craneopuntura conjuga dos sistemas; por un lado, utiliza el sistema de meridianos de la Medicina Tradicional China y por otro los conocimientos de la medicina occidental. Aunque el nombre «Craneopuntura» tiene resonancias alarmantes, es lógico que se sienta cierto temor, de hecho, las agujas se insertan solo en el cuero cabelludo, con lo cual es una técnica no invasiva e indolora. Se estimulando zonas de excitación como: zona motora, sensitiva, zona de corea y de control de movimientos involuntarios, zona vasomotora (constricción-dilatación de 1os vasos), zona vertiginosa-auditiva, segunda zona del habla, tercera zona del habla, zona psicomotriz, zona de la motricidad fina y sensitiva del miembro inferior, zona de la visión, del equilibrio, del estómago, hepato-biliar, torácica, zona genitourinaria, intestinal, naso-gloso-faríngea, zona psico-afectiva, etc. Se utilizan estas zonas reflejas del cráneo que corresponden con zonas de la corteza cerebral para el tratamiento de múltiples patologías como las secuelas de accidentes cerebro-vasculares (hemiplejías, parálisis), trastornos del habla (afasias), tratamiento del dolor (cervical, dorsal, lumbar), temblores (corea, parkinson), trastornos de visión, oído(sordera, acúfenos), mareos, vértigos (Meniere), además, trastornos genito-urinarios, bronquitis,disneas, cefaleas, taquicardias, dolor gástrico agudo, cistitis aguda, neuralgia del trigémino, periatritis escapulo-humeral, metrorragia, neurodermatitis, urticaria, sinusitis maxilar etc.
El cerebro emocional y sus fuertes relaciones con el resto de la corteza, especialmente con el lóbulo frontal, parece la clave de una buena parte de la patología humana, que radica en una vida emocional perturbada, azotada por frustraciones y tormentas mentales que hacen difícil o imposible su existencia. Entonces, vivir biológica, sicológica y socialmente en equilibrio se transforma en una especie de misión imposible. Y los neurotransmisores, dopamina, serotonina, noradrenalina, endorfinas, encefalinas, y demás estructuras determinantes para orientar y equilibrar las actividades vitales incluida la conciencia, se desbarrancan y crean verdaderas tormentas neuroquímicas capaces de producir naufragios y transformar el “viaje” de nuestra vida llena de sorpresas diarias disfrazadas de rutina, en una pesadilla desgraciadamente estresante. (O)