LA CULTURA DEL AHORRO / Mirian Delgado Palma
Actualmente atravesamos una dura crisis económica a nivel general, ocasionada por la pandemia que azotó a todo el mundo, sembrando dolor y miseria en la mayoría de los hogares. Realmente jamás sospechamos que estaríamos expuestos a vivir esta cruda realidad que nos atrapó desprevenidos, dejando graves secuelas en la estructura familiar.
Como todo acontecimiento que experimentamos nos dejan sabias lecciones, y una de ellas es la administración del dinero que constituye el recurso más importante para la supervivencia de los seres humanos. Si este recurso es gastado alegremente y sobrepasa el monto de ingresos que recibimos por la prestación de nuestros servicios, las familias entran en un estado de crisis agobiante.
La cultura del ahorro es una sabia cualidad para operar el dinero que por lo general es muy escaso; por consiguiente, por más reducidos que sean los ingresos se debe establecer un rubro para el ahorro, que consiste en una metódica inversión de los fondos individuales que son la base y el complemento de la existencia.
Ahorrar es abstenerse de gastar en aquello que no nos es absolutamente indispensable en el presente para tener seguridad y bienestar en el futuro. Es una gran verdad que el hombre como complemento a su esfuerzo físico e intelectual debe darle plenitud a su espíritu y tener momentos de esparcimiento y felicidad; pero no es menos cierto que debe haber proporcionalidad con el presupuesto que se dispone para cubrir las necesidades familiares.
Es necesario disfrutar de los alimentos, de las distracciones, del buen vivir, pero sin excesos. Es necesario vestirse sin lujo y escándalo. La moda es una forma de mantener esclavos a los seres humanos. No quiero decir que no debemos estar acorde con lo que nos impone la moda. Ser sencillos no quiere decir no participar de la moda, tenemos que impresionar con todo lo que nos agrada, sin seguir la moda al pie de la letra, que en ocasiones lastiman la vista; así adquiriremos personalidad.
La persona que gasta en cosas sin importancia camina a la ruina, a menos que su patrimonio le permita dar seguridad económica a sus generaciones. Ahorra quien se abstiene de ostentaciones y diversiones dañinas. El dinero debe ser empleado, no en apetitos exagerados, fuera de tono, ni en el vicio que es antesala de la degeneración sino en lo objetivamente necesario y humano.
La debilidad de la mayoría de las personas se dibuja en las apariencias para impresionar a su entorno. Tantas personas que por fútiles motivos se hacen de cosas costosas por complacer y ostentar vanidades y caprichos, sin importarles las angustia por las que tiene que pasar la familia; no estiman al hogar.
La cultura del ahorro nos lleva a ser previsivos en el aspecto económico. No nos expondremos a los riesgos de la miseria. Quien derrocha malversa los fondos familiares. Sería beneficioso y noble que los trabajadores y profesionales ahorren para enfrentar las contingencias que se presentan en el transcurso de la vida.