La demanda sera más rigurosa / Guillermo Tapia Nicola
Por increíble que parezca, el futuro de un país enclavado como lunar, junto a unos pocos en el subcontinente, ha vuelto a ser comidilla diaria en los hogares que pacientemente aguardan por el cambio, el respeto y la libertad.
La necesidad de que se sucedan oportunidades para trabajar, desarrollarse y progresar, dentro de un ambiente de igualdad, seguridad jurídica, salud y educación eficientes, sin cortapisas ni favoritismos, es -no solo- parte del juego, sino imperativo a conseguir, si se pretende dar continuidad a una política de mayor apertura a la inversión y al emprendimiento.
Sin embargo, en otras latitudes mas cercanas al polo, en el territorio de la estrella solitaria, se ha dado un salto democrático distinto y las expectativas continentales, rebasadas, no superan el impacto de las suposiciones y temores de una generalización que pudiera sobrevenir en el corto plazo.
Como quiera que fuere, parece que “la mancha roja del mapa” crecerá y, salvo pocas excepciones de fronteras con otra visión y actitud de sus poblaciones, el destino -puesto en manos de las mentes más jóvenes- no se muestra nada alentador ni favorable, respecto de una revisión de esa tendencia. Es de abrigar la esperanza que no se re exprese la dilapidación inmisericorde que, transforma la riqueza potencial de los países, en fantasía y pobreza extrema.
No obstante, las explicaciones que se intenten no superan el sesgo visual de la pertenencia. El fenómeno, nos remonta a la educación y nos devuelve al tiempo en que, lejos de privilegiarla y proyectarla, los llamados a hacerlo, menospreciaron el desafío, inadvirtieron su importancia y dejaron a los activistas fortalecer su mensaje.
Varios “obnubilados por los sucesos” han iniciado una suerte de auto cuestionamiento, sobre la calidad de vida, el exacerbado proteccionismo y el facilísimo otorgado a las generaciones, de suerte que -lo que menos han sentido- es la oportunidad de palpar el hambre, la necesidad y situaciones urgentes a superar, a diferencia de sus mayores que si tuvieron que hacerlo con gran sacrificio y denuedo.
Ese mensaje simplemente no está en el chip juvenil, a diferencia de otro que, bajo la premisa «no quiero que mi hijo sufra lo que yo sufrí» abrió las puertas del cielo sin más trámite y se confundieron ritmos, géneros, motivaciones y deberes.
Será entonces más difícil recoger el mantel para servir la mesa, porque la referencia arraigada en la conciencia de masas y élites, privilegia la exigencia de “algo más” sin ofrecer nada a cambio.
El gobierno de turno y los habitantes tienen el deber de cumplir y afianzar los propósitos y objetivos propuestos, so pena de encaminar también a este territorio por el insondable camino del salto distinto, cuya experiencia “decenal” aún cuesta desprenderse y superar.
Enajenados como estamos, resultado del abuso tecnológico al que nos han sometido, bien valdría la pena dejar tablets y celulares por un instante y dar un brinco histórico para recuperar memoria y cambiar de actitud.
Que finalmente la Navidad y el Año Nuevo sean, no sólo sinónimo de paz y ventura, sino viva expresión de libertades, derechos, respeto, solidaridad, logros y satisfacciones que permitan superar las inequidades e incomprensiones y hagan mas digna la convivencia humana. (O)