La Epidemia del Estrés
El cortisol, conocido como la «hormona del estrés», es crucial para nuestra
supervivencia. En situaciones de peligro o incertidumbre, activa el modo de lucha o
huida, ayudándonos a reaccionar rápidamente. Sin embargo, cuando vivimos bajo un
estrés constante, el cortisol deja de ser un aliado y se convierte en un enemigo. Según la
Asociación Americana de Psicología (APA), el 76% de los adultos reportaron
experimentar síntomas físicos derivados del estrés, como dolores de cabeza, fatiga y
problemas digestivos.
La velocidad del día a día, la multitarea y las exigencias personales y laborales nos
mantienen en un estado de alerta permanente, lo que genera una «intoxicación por
cortisol». Investigaciones de la Clínica Mayo indican que niveles altos de esta hormona
están asociados con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, insomnio y
obesidad. Además, la Dra. Marian Rojas Estapé señala que esta sobreexposición afecta
nuestra salud mental, causando ansiedad, depresión e irritabilidad.
El estrés crónico también deteriora nuestras relaciones y rendimiento laboral. Un
estudio demostró que trabajadores con altos niveles de estrés tienen un 23% más de
probabilidades de sufrir burnout, lo que repercute en su productividad y bienestar.
¿Cómo combatir el estrés?
La buena noticia es que el autocuidado puede revertir estos efectos. La práctica regular
de mindfulness ha demostrado reducir los niveles de cortisol en un 20%. Además,
realizar actividades que estimulen la liberación de oxitocina y serotonina, como el
ejercicio, las relaciones afectivas saludables y el tiempo en la naturaleza, es fundamental
para restaurar el equilibrio emocional.
En un mundo que premia la productividad sin descanso, recordemos que cuidar nuestra
salud física y mental no es un lujo, sino una necesidad. Detenernos, respirar y priorizar
el bienestar es el mejor antídoto contra la intoxicación de cortisol.