La indiferencia, Estado y País

Columnistas

¿Qué puede esperarse de un país en donde los afrodescendientes están sujetos a la
estigmatización hacia lo malo, perfilamiento racial, niños y adolescentes expuestos a la
explotación de las mafias criminales por la falta de política pública social para estos
sectores; lo más grave, la indiferencia, ya lo dijo Martin Luther King “¿No me estremece la
maldad de los malos, sino la indiferencia de los buenos”? Hemos denunciado la muerte de
los cuatro afrodescendientes de Guayaquil con la misma firmeza, claridad y dignidad. Hoy
nos ha tocado llorar como que esos cuatro fuesen nuestros hijos hasta lograr la empatía
de la gente y del mismo Estado que ha utilizado un discurso de criminalización de las
comunidades para deslindarse de los hechos.
La Indiferencia es una palabra que tiene una evocación de lo frio, que no despierta el calor
del afecto y el amor, la curiosidad o el interés. Y esto es lo que dice el Diccionario de la
Real Academia, con la indiferencia existe una ausencia notoria de articulación física,
económica, educativa, académica, política y cultural de los gobiernos de turno.
Indiferencia de la Academia en no tratar estos temas con responsabilidad, el año pasado,
presenté varios anteproyectos a las cuatro universidades de Ambato (UTA, Indoamérica,
católica y Uniandes) para realizar Congresos o conversatorios de Derechos y
Autodeterminación del Pueblo Afroecuatoriano, cuyo objetivo principal era buscar el
reconocimiento, visibilidad y participación del pueblo afroecuatoriano, la dotación de
herramientas a los futuros profesionales del derecho, de las ciencias sociales, de la
comunicación y de la educación para abordar de manera creativa la diversidad cultural, la
reconceptualización de lo aprendido sobre estudios afroamericanos, fortaleciendo la
inclusión y desarrollo de los pueblos étnicos del país, para la generación de oportunidades
y la lucha contra la desigualdad. Indiferencia de Mineduc, se les presentó un anteproyecto
de “Modelo Pedagógico antirracismo” cuyo fin es disminuir los niveles de hostigamiento y
violencia física/psicológica en los planteles educativos del Sistema de Educación Regular
de todo el país. Indiferencia escuelas y colegios de las dos Fuerzas Militar y Policial para
mejorar su malla curricular, impartiendo pedagogía antirracista, diversidad y
sensibilización racial.
Indiferencia y la apatía del pueblo afroecuatoriano, que miramos a diario como el Estado
fomenta desde las esferas de poder la discriminación, es “No hay nada que hacer”,
entonces lo que resta para el grueso de la población es un “dejar hacer”, por eso el Estado
no hace nada sobre política pública social reparadora. Indiferencia de los medios de
comunicación que logran torcer la verdad y la realidad, nos cargan de prejuicios como:
“somos delincuentes y hay que exterminarlos”. Esa indiferencia, allí donde la
responsabilidad por el otro no es aceptada o no se sabe cómo asumirla, se produce un
vínculo impersonal árido, se instala lo inhumano en la existencia de lo humano, lo
mezquino se convierte en algo natural. La indiferencia social produce efectos perversos en
la cultura y en los sujetos.

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