La ingratitud 

Columnistas, Opinión

Una vez culminado los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, donde muchos atletas consiguieron la corona del éxito, obteniendo los tres primeros lugares del oro, la plata y el broce. Las cuatro medallas de Ecuador en Paraolímpico las lograron Poleth Mandes, Kiara Rodríguez y Estefany López, tres deportistas mujeres que demostraron ser las mejores en sus respectivas categorías, y en el deporte convencional se ganó una de oro, dos de plata y dos de bronce, con los atletas Daniel Pintado, Neisi Dajomes, Glenda Morejón, Angie Palacios y Lucía Yépez. Todas las miradas de admiración y de reconocimientos e incluso económico, por primera vez recibieron de parte del Gobierno una vivienda totalmente amoblada, pero menos sus entrenadores.  

Ningún medio de comunicación comentó sobre las hazañas y el trabajo de sus entrenadores, quienes de manera invisible pusieron su tiempo, recursos personales y su conocimiento al servicio para la consecución de la máxima maestría deportiva de sus dirigidos. Los seres humanos que hemos pasado por esta etapa en ser entrenadores y docentes, sabemos que, lo primero que aprenden es lo último que se olvidan, ser gratos con las personas que contribuyeron al éxito.  Me voy a referir exclusivamente a un excelente y profesional como es Walter Llerena, reconocido entrenador de levantamiento de pesas, nacido en Ambato, ha sido una figura clave en el desarrollo de atletas como las hermanas Neisi Dajomes, Angie Palacios y Jesica Dajomes, destacadas pesistas de la provincia de Pastaza, con cualidades de entrenador heredado de su padre, quien fue su maestro en este camino, virtudes que aprendieron de él, a dar un servicio a los demás sin esperar nada a cambio, ¿sabrá el Estado que desde muy chiquitas, la familia Llerena los “adoptó” como hijos para entregarlos absolutamente todo a la familia Dajomes Palacios? 

“A veces necesitamos que alguien nos recuerde lo obvio. No por obvio, deja de ser útil.”, la ingratitud es una cualidad del ser humano presuntuoso, rara vez es una persona agradecida, porque en su orgullo piensan que nunca han recibido tanto, y esto se ha hecho común con el mismo Estado y los Gobiernos de turno, una de las peores ingratitudes que aprendimos a mirar y asimilar fue cuando el mismo hijo de Dios Jesucristo, fue negado y entregado por su misma gente que Él creyó y formó. 

Ya me imagino la desazón que a lo mejor tuvo Walter y muchos entrenadores más, que han logrado a través de sus dirigidos, ponerle a nuestro país en el mejor sitial a nivel mundial, total, obtener indiferencia de los dirigidos y del mismo Estado ya se ha hecho costumbre. (O)

Cifam62@yahoo.es   

Deja una respuesta