La intencionalidad de la ausencia
La «singular y oportuna partida» de un presidente de la legislatura en un momento político clave puede tener diversas interpretaciones, pero generalmente indica que algo significativo está ocurriendo en el ámbito político y que la ausencia temporal tiene implicaciones importantes para el curso futuro de los acontecimientos.
En ciertos casos, la ausencia temporal y la asignación de responsabilidades a la vicepresidencia pueden ser parte de una estrategia política más amplia para gestionar ciertas agendas legislativas, evitar conflictos o facilitar acuerdos entre diferentes facciones políticas, cuando no, garantizar la continuidad y el funcionamiento eficiente del órgano legislativo durante el período de ausencia del presidente; o bien, una maniobra estratégica para obtener ventaja en un momento político crucial o quizás parte de una estrategia más amplia para consolidar el poder, ganar apoyo popular o evitar una situación desfavorable para el partido político.
Cualquiera que fuere la causa, se nota en el ambiente una suerte de interrogante sobre lo que podría ocurrir en este período de encargo y simultáneamente, la secuencia de un sinnúmero de conjeturas y presunciones respecto de lo que podría acontecer con una dirección cooptada, vale decir, obligada a que alguien piense o actúe de una manera determinada.
Una amplia mayoría de ecuatorianos no se equivoca sobre aquello que podría ser de interés para el grupo político que asume temporalmente la presidencia de la legislatura. A estas alturas, no es necesario adivinarlo sino apenas confirmarlo, porque las manzanas y las “es-peras” se caen de maduras.
El desfile de juicios políticos, exhortos, requerimientos económicos y la última tentativa -sin abandonar otras ideas- para allanar el camino a la reforma de la legislación penal que ha sido cuestionada por el País, cuya urgencia no les permite dormir, puede ser el objetivo manejado o acordado, tras esa ausencia comentada, máxime por las últimas decisiones adoptadas por el CAL cuyo direccionamiento no deja duda.
En el Pleno de la Asamblea se habla de puntos críticos y daños graves para justificar gastarse la plata que aún no se cobra. Ahora sí, se volvió imperioso el pago de las deudas de los gobiernos pasados y, poco o nada importa que sea 13, 14 o 15% del IVA. Ahora, se necesita recursos para que los gobiernos locales puedan atender los eventos relacionados con los riesgos y la emergencia.
Bien sabido es que la epistemología de la teoría de crisis busca comprender cómo se construye, valida y aplica el conocimiento relacionado con ellas, así como examinar críticamente las bases y supuestos subyacentes. Y sirve por cierto para explicar: Cómo cambia el discurso legislativo cuando no solo se advierte, sino que se siente el impacto climatológico y más, cuando se advierte la incierta huella o señal del impacto político de cara al 2025.
¡Qué diferencia! cuando los golpes se suceden en cadena. Hasta parece incuestionable. Por ello es urgente sociabilizar los acontecimientos, porque las formas cambian; y, retomando viejas prácticas se re-dirigen a conseguir una mejor posición en el Consejo de la Judicatura que facilite alcanzar el o los objetivos que les intranquiliza.
Pero el pueblo ya no come cuento. El 21 de abril la consulta y referéndum que serán convocados significará para muchos, la expresión popular de respaldo a la reelección presidencial; y, no se equivocan, pues los números y los hechos, tanto como las decisiones gubernamentales asumidas encaminan al buen juicio ciudadano para su pronunciamiento en correspondencia.
Una forma de percepción o conocimiento no limitada por el tiempo cronológico lineal es lo que se conoce como “conciencia acrónica”. En ella, una persona podría experimentar eventos pasados, presentes y futuros de manera simultánea, no convencional; noción que se alinea con algunas ideas de la filosofía, la física y la literatura que sugieren que el tiempo es más complejo de lo que generalmente percibimos, y que las experiencias, pueden ser vistas desde una perspectiva diferente.
¿Será que el escepticismo termina por volvernos seres acrónicos, o atemporales?
¡Tiempo al tiempo! (O)