La justicia internacional

Columnistas, Opinión

Las conductas humanas llamadas están a observar y ser observadas. Por ello, la permisibilidad de «meter narices» donde no se debe, depende del equilibrio entre la necesidad de intervenir y el respeto por la autonomía y la privacidad de los individuos o entidades involucradas. 

En lo dicho, fundamental resulta evaluar cada situación en su contexto específico y considerar tanto las consecuencias éticas como las legales antes de actuar. Por lo demás, queda claro que la responsabilidad ulterior no puede ser despreciada y menos eludida.

Este parece ser, de lejos y sin mucho misterio, el mejor consejo que se podría transmitir al mandatario norteño que, pecando de desmemoriado, privilegia la idea de olvidar o ignorar ‘intencionalmente’ los eventos o lecciones del pasado y, lo que es peor, leyéndolas desproporcionadamente -suponerse autorizado- a hacer lo que se le viene en gana, en territorios que no son los suyos, ni lo serán. Faltaba más.

Grave, por decir lo menos, involucrar con sus acciones a todo un pueblo digno del mayor de los respetos y consideraciones, con el que hemos mantenido la mejor de las relaciones y permanecido unidos en alegrías y vicisitudes. 

Demanda y contrademanda presentadas ante la Corte Internacional de Justicia pueden tener significativas repercusiones diplomáticas, de ahí que tengamos vivo interés en conocer -cuanto antes- los primeros pronunciamientos de los magistrados, para -en nuestro caso- refrendar los asertos que asisten al País y aguardar el desenlace final sin perder un instante de vista pruebas, argumentaciones y manipulaciones que con seguridad la diplomacia mexicana intentará posicionar de cualquier manera en la Corte Internacional.

Por ahora, las pretensiones porque se acojan medidas cautelares demandadas en contra de Ecuador han sido desestimadas. 

Parece ser un paso certero en la defensa internacional de las acciones excepcionales adoptadas por el gobierno nacional a la sede diplomática del hermano país en Quito para detener al delincuente común sancionado por las cortes ecuatorianas y conducirlo ante las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

Pero de ninguna forma cabe abandonarnos a la ensoñación del primer momento. Menester será dar continuidad al proceso de defensa con todo el ahínco y sin perder de mira el horizonte de la verdad hasta lograr demostrar -hasta la saciedad- la razón que engloba la actuación gubernamental ecuatoriana y de esta forma fortalecer el principio internacional de no interferencia e intromisión en los intereses legítimos del país anfitrión.

Con beneplácito saludo la noticia que en este sentido refieren los medios internacionales. (O)

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