La ley de la atracción en política / Mario Fernando Barona
¿Sabía usted que la frase “Dios los cría y ellos se juntan” tiene una base metafísica probada científicamente? No es simple casualidad que las personas se junten en grupos humanos afines a sus intereses, culturas, tradiciones y más, cuenta mucho la atracción energética entre individuos que persiguen el mismo fin. La ciencia lo afirma: absolutamente todo lo que nos rodea es energía: la roca maciza, el agua, las nubes, de hecho, el universo entero lo es con sus planetas, estrellas y galaxias, y claro, nosotros también somos energía pura a través de nuestros pensamientos y emociones que socialmente hablando decantan en grupos humanos que se distinguen entre sí por cultura, idiomas, color de piel, nivel de educación, lugar de nacimiento y mil etcéteras más. Nos juntamos entre similares en base a lo que sentimos y pensamos, por eso, así como hay gente que no tiene prejuicios con personas de otras razas, convivimos también con antisemitas; y así como existen cristianos que predican la paz, hay islamistas que matan por Alhá.
Bajo este precepto, desde siempre y a lo largo y ancho de todo el mundo se han creado infinidad de grupos humanos de todo tipo, tamaño y condición, muchos de ellos completamente antagónicos, pero que sin embargo, cuentan con adeptos. En el caso ecuatoriano esta vez pasaremos un vistazo al concepto político que aglutina a dos grupos perfectamente diferenciados: correístas y anticorreístas.
Es incuestionable que lo que separa a estos dos bandos es un asunto ético, moral y de valores. Los primeros defienden y alientan el delito en todas sus formas mientras que los segundos lo aborrecen y denuncian. Y como siempre digo, son tantas y tan abrumadoramente innegables las evidencias de las fechorías cometidas por correístas que resulta ofensivo al sentido común alegar persecución o mala fe.
Para confirmar lo dicho, solo hay que recordar que los políticos correístas que delinquieron siempre fueron (y lo son hasta ahora) muy cercanos a otros grupos delincuenciales como guerrilleros, narcotraficantes, pandilleros y dictadores (léase cacos de la democracia). Pero hay más, muchos de estos correístas que destacan públicamente no lo hacen solo desde el odio irracional, sino además evidenciando su vergonzoso prontuario, una hoja de vida reñida con la decencia y su escandalosa ignorancia e incultura; todo lo cual confirma la máxima inicial de que la crianza divina (energía) termina por juntar a quienes se parecen entre sí.
Por eso, si usted piensa, siente y practica la honestidad en su vida diaria, seguro se verá atraído por cualquier otro bando que no sea el correísta (y no necesariamente el lassista). Y es que hablar de la ley de atracción no es utopía, es una tangible realidad científica reflejada en cada acto y en cada gesto que hasta a políticos corruptos los delata de cuerpo entero. (O)