La luz frente a la oscuridad / Mario Fernando Barona
Por unos instantes vamos a darle crédito al supuesto ‘tremendo bajón’ en aceptación que habría tenido el presidente de la República Guillermo Lasso, según datos difundidos la semana pasada por una encuestadora de muy dudosa credibilidad. El precio de la gasolina, las aristas del proyecto de ley ‘Creando Oportunidades’ y sobre todo los Pandora Papers habría abonado para restarle alrededor de 40 puntos porcentuales; pues, luego de escuchar la entrevista que el pasado miércoles le realizara Carlos Vera al presidente Lasso, seguro los debe haber recuperado y con creces. Fue incuestionable la solvencia ética, de transparencia y de claridad del presidente, lo cual reafirma su porte estadista.
A propósito de la entrevista, creo que la ocasión se presta para comparar algunos aspectos entre dos personajes, uno que durante ellas irradia señorío y nobleza como Guillermo Lasso frente a otro que destila odio y mentira como Rafael Correa. El contexto de análisis será el mismo para ambos: en ejercicio de la presidencia de la República, durante una entrevista y los dos molestos por algo en particular. Hay que anotar que, aunque parezca, no son estilos los que vamos a revisar sino la esencia de sus rasgos que a la postre denotan la personalidad de cada uno.
Para empezar, la primera impresión. A Lasso se lo ve cómodo, sin poses, de sonrisa franca y distinguidamente sencillo. Correa suele mostrarse inquieto, permanentemente irritable, petulante, con sonrisa burlona y mirada amenazante. Segundo, ¿cómo se expresan? Lasso cuando habla es claro, directo, no insulta ni descalifica, es sereno y usa poco lenguaje no verbal. Correa es mordaz y evidente en el uso de manos, muecas y ceño fruncido, pero sobre todo, no desperdicia oportunidad para descalificar, insultar y amenazar. Tercero, libertad de expresión. Lasso no ocultó su indignación específicamente con diario El Universo y una periodista en particular que no contextualizó la investigación de los Pandora Papers haciéndolo ver como supuesto evasor de impuestos; no obstante, y a pesar de la grave falta del periódico, no los amenazó con enjuiciarlos o clausurar el medio. Con Correa en cambio, la tónica casi diaria era el ataque con encono y fruición a la prensa en general. Recuerde que por un editorial escrito por Emilio Palacio, jefe de opinión de ese mismo diario, el entonces presidente Correa los enjuició por 80 millones de dólares.
Las cosas como son. La entrevista a Guillermo Lasso mostró a un ser humano íntegro y a un presidente con visión clara de su rumbo, que dista años luz de la prepotencia y narcisismo de Rafael Correa quien durante su mandato priorizó su figura -y muchos bolsillos- antes que el desarrollo del país. Sus diferencias destacan como la luz frente a la oscuridad. (O)