La nueva normalidad/ Esteban Torres Cobo
Afortunadamente la Real Academia de la Lengua Española ya catalogó a la “nueva normalidad” como una expresión gramaticalmente incorrecta. Alguien tenía que decirlo y quién mejor que los expertos. Incluso para rematar al presidente español, tan astuto como iletrado.
En virtud de la guía oficial entonces, y disculpando el título de esta columna, hablemos de esta cotidianidad sin precedentes. De la normalidad que ha tendido raíces y que nos ha traspasado el cráneo como una bala de acero directo a nuestra estructura de la vida, del trabajo y de todo. A lo que conocíamos y esperábamos. A lo que éramos capaces de imaginar y prever.
Sospecho que el trauma nos durará algún tiempo. Que la mascarilla y la distancia, aunque parezcan desechables como una funda, pernoctarán en nuestros espíritus. Estamos preparados mentalmente para tempestades con tiempo y árbitro, no con desorden y anarquía. No con fecha abierta de expiración. No nos hemos enfrentado a un huracán, a un mal gobierno de cuatro años o a la quiebra de un negocio. Vamos meses enfrentados a la nada. A la espera. Al vacío.
¿Qué hacer frente a todo esto, especialmente ahora que el gobierno terminará el estado de excepción y la limitación a la movilidad y a la reunión, con lo cual por cierto estoy de acuerdo? Pero somos seres distintos a los que éramos en febrero de este mismo año, cuando olvidar la mascarilla antes de salir de casa no era motivo de preocupación o ansiedad. Vaya nueva normalidad. (O)