La picardía y la ignorancia se tomaron de la mano / Mario Fernando Barona
Desde siempre los representantes correístas merecieron el repudio generalizado por una lista sinfín de abusos, picardías y delitos cometidos durante los diez años que gobernaron. No ha sido así y mas bien aún cuentan con un importante apoyo electoral producto, entre otros, de una porción de la población que se dejó impresionar por las bambalinas y el oropel del Socialismo del Siglo XXI (SSXXI) y consecuentemente el nulo interés de aquellos por investigar y constatar el tropel de irregularidades cometidas por esta mafia política. Es decir, la picardía le tendió la mano a la ignorancia y esta se la estrechó con fuerza.
Por otro lado, la Revolución Ciudadana (correístas) siempre obró con incoherencia e hipocresía, su modus operandi en el gobierno fue decir una cosa y hacer otra, mostraban rostros y discursos impolutos, pero sus acciones eran exactamente contrarias a lo que pregonaban. Mintieron a diestra y siniestra, y en la mafia esta línea de conducta suele ser tan arraigada que aún sin ostentar poder resulta imposible prescindir de ella.
Dicho esto, permítame explicar a dónde quiero ir. La resolución de la comisión especializada de garantías constitucionales de la AN que “investigó” los Pandora Papers -conformada mayoritariamente por correístas, y por tanto, con siniestra y evidente dedicatoria- recomienda a la AN “verifique la inobservancia” por parte del presidente Guillermo Lasso de las normas que prohíben a candidatos y funcionarios tener inversiones en paraísos fiscales; esto, con el único propósito de destituirlo. Fíjese que esta comisión espuria ya resuelve y dictamina una supuesta inobservancia pese a que, de entrada, su conformación es ilegítima, y sobre todo, carecen completamente de pruebas, documentos o evidencia alguna que sustente tan maliciosa presunción. Como no encontraron nada, solo les quedó suponer, inventar y elucubrar irresponsablemente.
Mire cómo operan. Durante la década saqueada los correístas impusieron fuertes sanciones administrativas, pecuniarias y juicios penales a todo aquel que no fundamente acusaciones, pero como su esencia es eludir la Ley a conveniencia, ahora son ellos quienes acusan infundadamente nada menos que al presidente de la República. Eso se llama picardía, hipocresía, y claro, a muchos de sus seguidores no les importará ni les interesará hacer un mínimo seguimiento para enterarse y confirmar que dicha resolución efectivamente es mentirosa y sin piso. De esta forma estimados amigos, la picardía y la ignorancia entrecruzaron sus dedos.
Este cáncer social que representa el SSXXI es sin duda un grave problema para la libertad y el desarrollo de los pueblos, por lo tanto, los ciudadanos honestos tenemos la obligación cívica y moral de alertar sus vilezas. Es así que mi papel con las columnas de opinión, y con esta en particular, es hacer que alguien, al menos una persona, despierte y retire su mano de las sucias garras de la picardía correísta. (O)