La Presidencia de Ecuador
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Ecuador acaba de pasar por un proceso electoral que ha dejado al país con una gran incertidumbre. Los resultados de las votaciones reflejaron una brecha muy estrecha entre los dos candidatos L.Gonzalez y D.Noboa. En este contexto hay dos interrogantes claves: ¿Qué sucederá con los votos y pequeños porcentajes de Leonidas Iza y Andrea Gonzalez? y ¿quién se beneficiará de ellos en la segunda vuelta?, ¿Será el correísmo quien logre captar esa base de apoyo? o ¿los votos irán para Daniel Noboa?.
Son 533,901 los votos de apoyo que obtuvo Leonidas Iza, líder del Movimiento Indígena. Aunque su postura parece ser crucial para la segunda vuelta, la situación dentro de su propio movimiento tampoco es clara, ordenada ni segura, puesto que existen fuertes divisiones internas que podrían dificultar cualquier tipo de unidad y certeza respecto al apoyo que puedan brindar a uno u otro candidato.
Para ello, es importante recordar que el Movimiento Indígena fue uno de los grandes opositores del correísmo; y sin embargo, parece que la memoria es frágil y en urnas se olvidó todo el daño causado al pueblo indígena que integra dicho movimiento, ya que muchos de ellos decidieron apoyar al correísmo y los resultados fueron evidentes.
Para este nuevo proceso electoral hay que fiscalizar la labor del Consejo Nacional Electoral y preguntarse: ¿qué tan confiables son los procesos electorales en el Ecuador?, afectados inclusive en su credibilidad en los sucesos de conocimiento público. En este sentido, el correcto y ético control electoral de la ciudadanía el día de las elecciones en segunda vuelta, será fundamental.
Vivir en un país donde cada elección genera miedos e incertidumbres por saber quién tomará las riendas del ejecutivo, es algo que refleja la fragilidad de nuestro sistema democrático y de las instituciones y sus representantes. El desgaste de las palabras «servicio», «liderazgo» y «representación».
Es difícil no preguntarse si aquellos que se presentan como los nuevos líderes realmente están preparados para asumir el reto de gobernar; o si, como en el pasado el poder se usará para intereses propios y partidistas en lugar de ser utilizado para el bien común y la paz que tanto anhelamos.
En medio de este caos político yo sueño con vivir en un País donde las promesas de cambio se materialicen en hechos concretos. Solo espero que Ecuador pueda representar lo que tiene como esencia, su riqueza cultural, sus productos de calidad y lo más importante su gente tan amable, pujante, trabajadora, valiente y con ganas de salir adelante frente a las adversidades.
Ojalá quienes lleguen al poder amen tanto a nuestro País, que en lugar de ver con impunidad más corrupción y más indiferencia hacia las necesidades de sus ciudadanos, podamos presenciar una verdadera transformación, que impulse a Ecuador a convertirse en una nación económica y socialmente estable. (O)