Las vertientes del Socavón en la memoria ambateña
Don Aladino Rivera Cruz de 90 años al mirar El Socavón rememora que llegó al sector hace 45 años, cuando tenía 35, procedente de la provincia de Cotopaxi para contraer matrimonio con una ambateña.
El lugar era muy frondoso con árboles de capulíes y de aguacates, cuyas vertientes de agua cristalinas cautivan la vista de propios y extraños como una playa fértil.
Hasta el sitio acudían mujeres de todos los lugares tanto de la ciudad como del campo a lavar la ropa de su propiedad y de otras personas.
Las lavanderas forman largas filas en el trayecto de la vertiente y utilizaban las piedras del río para realizar el trabajo, pasaban todo el día, entre unas y otras, madrugaban y anochecían.
De lunes a sábado se tomaban El Socavón para sus actividades, tendían la ropa en medio de los rayos solares, mientras los niños jugaban.
Isabel Ulloa de 62 años recuerda aquella naturaleza que existía hace 40 años, donde se podía hasta bañar en el agua limpia y pura que proveía la madre tierra.
Aquello queda solo en la memoria y en los recuerdos, de quienes vivimos en las décadas pasadas, porque las nuevas generaciones desconocen la riqueza natural que hoy ha desaparecido.
Recuerda que las lavanderas son parte de esa historia que tiene El Socavón, en su rutina diaria algunas de ellas, pedían almuerzos a su tía Celia Rodríguez que tenía clientes seguros.
Con el paso del tiempo, las autoridades de la ciudad, terminaron con las lavanderías de las vertientes naturales.
Más de dos décadas El Socavón está descuido por las autoridades, donde actualmente predomina la inseguridad, expresó. (I)