LO ÚNICO SEGURO ES QUE NO HAY NADA SEGURO / Mario Fernando Barona
Haga de cuenta que el planeta está completamente rodeado de una enorme burbuja de cristal que lo separa del espacio exterior y que con solo estirar su brazo puede tocarla. Lo que el hombre ha hecho en todos estos años al explorar el espacio, sus asombrosos descubrimientos, sus alucinantes logros y los enormes avances científicos y tecnológicos en astronomía -todo lo cual no es poca cosa- representa en la práctica el haber rozado apenas con la yema del dedo un pequeño punto de esa burbuja, quedando por explorar absolutamente todo el vasto universo que hay detrás. Sí, tal cual, es infinita e inconmensurablemente mayor lo que no conocemos de él que lo ya descubierto.
Tanto es así, que parte de esos procesos científicos son las teorías probadas innumerables veces, lo cual da un rango bastante razonable de certidumbre a los estudios comparados. Por ejemplo, las leyes de la física newtoniana son la base para la Teoría de los Planetesimales, la cual afirma que en un sistema solar los objetos más cercanos a otro de mayor masa y densidad (en este caso el sol) serán los más pequeños, llamados “interiores rocosos” como efectivamente es el caso de Mercurio, Venus, la Tierra y Marte, relegando a los más grandes y pesados, llamados “exteriores gaseosos” a orbitarlo desde las afueras, como lo son Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Al revés no solo sería absurdo e ilógico sino físicamente imposible.
De hecho, esta teoría que da por improbable cualquier excepción ha sido confirmada hasta la saciedad, cumpliéndose siempre sus preceptos a raja tabla tanto en el papel como en la práctica… hasta el 2019, año en el que se descubrió una estrella de nombre GJ3512 a solo 30 años luz de la Tierra que echó al traste todo lo aprendido. En este sistema solar, la estrella es más pequeña y menos densa que el planeta más cercano que la orbita, por lo que todo principio elemental de la macro física fue descaradamente violentado, dejando perpleja, anonadada y sin explicación a la comunidad científica mundial.
¿Cómo no maravillarnos, digo yo, frente a misterios como este tan fascinantemente intrigantes que proponen una realidad más allá de lo entendible y aceptable? Y no es el único, la astrofísica da cuenta de varios casos parecidos que hacen trizas paradigmas conocidos, confirmando que lo único seguro en el universo es que no hay nada seguro.
De ahí que efectivamente sí, los humanos somos insignificantes en comparación a la magnificencia del cosmos, pero con solo un breve vistazo a tanta decadencia en valores y autoagresiones de todo tipo y calibre, podríamos concluir que también lo es el universo frente a nuestra prodigiosa soberbia y estupidez.