Los aluviones por Baños en 1953. / Pedro Reino Garcés
Ha llegado a mis manos una curiosa publicación hecha en Quito, en 1979; es decir, de hace 42 años, de autoría del sacerdote el P. Ricardo María Verdesoto. Los apuntes geográficos y telúricos, a más de los histórico-religiosos dan testimonio de la evolución que ha tenido el ingreso al Oriente desde Baños. Uno de estos temas tiene que ver con los desastres y las noticias sobre el comportamiento del clima desde aquella época. Pero escribo esto para alertar a las presentes generaciones y autoridades de cuánto se ha hecho en prevención de desastres, porque con esta naturaleza, sobre todo la de esta geografía difícil, no se juega.
Digamos que el pretexto para los aluviones sobre todo, son los torrenciales aguaceros. Lo que no sabemos es si los represamientos de los riachuelos entre la enmarañada selva ya se habrían dado con antelación, como acaba de ocurrir con la catastrófica avalancha que bajó la noche del 5 al 6 de septiembre por el río Estancias, cobrando esas 5 víctimas y dejando ese reguero de desamparo en un sector potencialmente turístico. En esta semana han ocurrido otros en la vía Baños-Puyo, que han ocasionado cierre temporal de la carretera. El asunto va para la prevención de desastres ¿Qué se está haciendo en estos terrenos?
Empecemos por Agoyán según el citado autor: “El estado actual de la catarata no es la de hace algunos años atrás. Los crudos inviernos que desde el año 1953 y siguientes desencadenaron con furor en el Tungurahua causaron cambios y ruinas en todo el territorio. Los montes se desquiciaron; las peñas se desplomaron yéndose al fondo de las quebradas. Los ríos crecidos enormemente, saliendo de su curso natural invadieron los lugares poblados llevándose hasta las casas con sus moradores y pertenencias. El crecido Pastaza con su ímpetu arrollador inundó todas las playas. Las márgenes de las haciendas y terrenos aledaños batidos por las hinchadas olas se precipitaron a los abismos. Las rocas que formaban el cauce de la catarata desquiciadas de su base, se derrumbaron estruendosamente. Desde entonces, la Catarata presionada constantemente por aluviones sucesivos ha ido perdiendo altura hasta llegar al estado que hoy se encuentra. Por el año 1950, a medio kilómetro más abajo, tenía la catarata 49 metros de altura. El estruendo de su caída, se oía a gran distancia. De una visión cautivadora. Cuantos la miraban, quedaban largo tiempo embelesados contemplándola.”
Pasando al río Blanco. Muchos saben que es una zona de aluviones. Hay testimonios que nativos indígenas ya poblaron el sector, y hasta ahora lo hacen “gente pobre”: “El 13 de junio de 1953; después de intensa lluvia, durante 3 días, el río Blanco creció en forma por demás alarmante y transformado en desbordante aluvión invadió cubriendo todo el valle. Poco después, normalizada la corriente, se vio con horror que las pobres viviendas con sus huertos y demás pertenencias habían desaparecido totalmente… El puente de recia contextura… no pudo resistir la embestida del aluvión y se precipitó también al abismo…” el transporte luego se solucionó con una tarabita “de 200 metros de largo y 100 metros sobre la superficie del río…las máquinas de obras públicas igualaron (luego) el cauce del río y los carros empezaron a pasar por el agua…”
Viene la interrogante ¿qué hacer frente a lo ocurrido en los desastres de este año 2021 en que las crecidas se llevan dos veces un puente en río Blanco? ¿Ya olvidamos lo que pasó con la afectación a los condominios construidos para los evacuados por la erupción del Tungurahua? ¿Salieron de un lío y se metieron en otro? ¿Quiénes son los responsables que no hacen caso a la historia de la naturaleza? ¿se piensa en los pobres? ¿Qué dicen los técnicos en reubicaciones políticas?
Ahora mismo, con el terrible conflicto del tráfico, sobre todo en los llamados “feriados” esta vía aluvional de carros y más carros, livianos y pesados, corre el grave riesgo de ser un atolladero que puede tener impredecibles consecuencias, puesto que estos represamientos que he constatado avanzan desde Río Verde hasta Las Juntas, pueden ser tan terribles como los embalses que bajan de las montañas. (O)