Los conocimientos se transmiten en Salasaka
En Salasaka, parroquia de Pelileo, transmiten los conocimientos de padres a hijos, aunque en la actualidad son pocos los jóvenes que realizan los rituales de los tejidos. Ramona Chango conserva la habilidad en sus manos. Es una de las que ha heredado el arte de las artesanías y ella ha transmitido a sus hijos. Aprendió de sus padres y a sus 70 años de edad mantiene la destreza.
La cabuya es una de sus principales materias primas. Para tomar la fibra debe tener paciencia porque se tarde hasta 30 días, una vez cosechada las hojas del penco. Para cosechar la planta debe tener como mínimo 7 años de maduración.
El corte es de manera vertical y con cuchilla de hueso de algún animal, explica que es el ritual para no perder la esencia de la planta. El proceso continúa con la descomposición de las hojas que son colocadas en tanques con agua durante tres semanas hasta que se pudran y empiezan a desmenuzar la hoja.
El ritual sigue con la golpeada en la piedra de la cabuya y es ahí cuando se la separa en hilos para secarlos. Ramona reconoce que todo el proceso es cansado y es por eso que muchos jóvenes optan por otras actividades.
SE RESISTEN A LO SINTÉTICO
Salasaka está integrado por 18 comunidades y sus varayuk (líderes) tratan de inculcar que se conserven las tradiciones. Ellos se encargan de direccionar al pueblo.
El historiador Pedro Reino, aseguró que los varayuk de cada comunidad son los taitas o los padres. Es decir los guías de cada sector. Ramona mencionó que en las reuniones motivan a que no dejen perder las actividades ancestrales.
En el caso de la cabuya, asegura que en muchas de las ocasiones para evitar todo el proceso, adquieren las sintéticas.
Ramona dice que sus hijos aprendieron el arte. El taller lo tienen en el corredor de la casa, en la comunidad de Churumanga, a 10 minutos de este centro y las artesanías son ofertadas en la Plaza Artesanal de Llikakama en Salasaka. (I)