Los indecisos

Columnistas, Opinión

Los electores indecisos son aquellos que, teniendo intención de acudir a las urnas, no tienen decidido hacia quién respaldar con su voto, o se niegan a declarar el sentido de su voto futuro, en parte porque estiman que el voto es secreto, sienten recelo a confesar su voto a determinadas opciones políticas, conocido como “voto vergonzante” (Reinoso E. 2025).

En el indeciso priman características sociodemográficas, psicológicas, políticas, actitudinales y funcionales. Las variables: sexo, edad, lugar de residencia, grupo social al que pertenece, ingresos económicos, carácter, identificación y participación política, así como valores ideológicos y empatía por determinada candidatura, marcan su accionar o función en la sociedad. La indecisión es aguda en la época de elecciones; esto se percibe con el ausentismo que es una indecisión o “apatía electoral” que en la anterior elección tuvo un 6,8 por ciento. Esta es una práctica generalizada de los votantes que determinan el voto en último momento y lo que es peor, los indecisos saben que se juega su destino social, laboral, familiar y hacen gala de su irresponsabilidad; algunos lo hacen públicamente, otros, se escudan en el voto secreto.

En las elecciones pasadas, los votos nulos y blancos, obtuvieron un importante 8,96 por ciento que, de acuerdo a nuestra población votante, representa un millón de personas que no respaldaron a nadie. Esto suele ser considerado como rechazo a los postulantes, además de desinterés, decepción, marcados por la obligatoriedad del voto, la multa por no votar y el exceso de elecciones que lleva acumulando el país. La opción del voto nulo o blanco se presenta como una salida para aquellos que se sienten insatisfechos con las propuestas del candidato. El voto nulo es más popular en ciertas regiones del país. Por ejemplo, en las últimas elecciones, una veintena de cantones de la Sierra registraron más del 10% de votos nulos. Esta tendencia indica que un segmento considerable del electorado prefiere expresar su descontento de manera activa en lugar de optar por candidatos que no consideran representativos. (El Comercio. 2025)

La participación en un sistema democrático no se limita al simple acto de marcar una casilla en una papeleta electoral; implica un compromiso ciudadano con la sociedad y el futuro de la nación; votar de manera consciente e informada es un deber cívico; fundamental en cualquier democracia, ya que determina el rumbo del país y la calidad de la representación política que contribuye a una democracia más sólida y efectiva. Votar no es solo un derecho, es un acto de ciudadanía que conlleva gran responsabilidad. Los ciudadanos al votar, están contribuyendo activamente a la construcción de una sociedad justa y equitativa. En su voto, se expresan anhelos sobre cuestiones críticas como la economía, la educación, salud y medio ambiente. Esto no solo afecta el presente, sino también el futuro de la nación y de las generaciones venideras.

En conclusión; no es posible que el individuo no tenga decisión, ya que su indecisión es ya, de hecho, una decisión. (O)

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