Los Privilegios de Glas / Mario Fernando Barona
El ánimo por torcer la verdad y acomodar los discursos a fin de que terminen favoreciéndolos, es pan de todos los días de los revolucionarios del siglo veintiuno. Por citar solamente un personaje, Jorge Glas, con él evidenciaremos cómo es que llevan en su esencia engañar y confundir a la opinión pública.
Glas está preso porque fue parte de una red (no actuó solo) de delincuentes que cobraban coimas en contratos de Odebrecht y de otras empresas contratistas del Estado mientras fue vicepresidente. Eso se llegó a probar hasta la saciedad con documentos, testimonios, audios y videos. En otras palabras, no cabe ninguna duda que con Glas se hizo justicia. Cabe mencionar que aún quedan más juicios en su contra y que la recuperación del dinero robado no será cosa fácil.
Sin embargo, sus amigos y colegas no se cansan de decir que Glas está preso sin pruebas y que por lo tanto es un perseguido político. Guardando las distancias, es como si Glas habría matado a sangre fría a alguien con un revólver, pero quedaron testigos, además, dejó innumerables rastros y huellas del delito. Pero una vez capturado, niega todos los cargos diciendo que es inocente y que ‘no hay pruebas en su contra’; es decir que, según ellos, mientras no exista una grabación en video del momento mismo del asesinato donde se vea irrefutablemente el rostro del maleante, ninguna otra prueba vale.
Pero el manoseo incesante a la verdad no para, y lo hacen cada vez con más descaro e insolencia. Fíjese usted. Suponiendo por un instante que Glas esté preso injustamente, eso no da para exigir privilegios a ningún privado de la libertad, menos a él, porque al igual que el resto de presos, tendrá que cumplir su condena en las condiciones impuestas. Lo que cabría en tal caso es recurrir a las instancias legales pertinentes que prueben efectivamente su inocencia, como cualquier otro lo haría. Punto. Ahora, dejando de lado los supuestos, Glas no se pasó una luz roja ni evadió pagar veinte dólares de impuestos, él está preso por perjudicar al Estado en millones y millones de dólares, por lo tanto, aún con más razón y justicia, debieron refundirlo desde un inicio en la cárcel de Latacunga y sin los privilegios que aún allí goza, según lo dicho por Santiago Cuesta, consejero del presidente Moreno.
¿Por qué será que los revolucionarios mejor no se quedan calladitos y condenan duramente la conducta de su excolega, como debiera ser? Eso usted, ya lo puede colegir fácilmente.
Pero las mañoserías que atentan a la verdad no acaban. Mire usted. ¿Por qué, si supuestamente se están violando los derechos humanos de un PPL como Glas, no protestaron igual por Galo Lara o Carolina Astudillo en su momento, los dos gravemente enfermos (diabetes y cáncer respectivamente)? ¿Qué tiene Glas que no tengan estos dos seres humanos o los miles de presos en el país? ¿Por qué privilegios? (O)