Macrocosmos / Jaime Guevara Sánchez
Intentando un recreo del ovillo político, acepto la invitación de un grupo de adolescentes a ‘disfrutar’ la película Macrocosmos, producción francesa que comienza con datos científicos y algo de filosofía. Las ‘tomas’ del espacio infinito corresponden a un área no mayor que la de un grano de arena. Sin embargo, lo que se ve es un océano inconmensurable de espacio negro, galaxias en torbellino imposibles de contar ubicadas a diez ‘billones’ de años-luz. Luz que inició su viaje en dirección a nosotros millones de años antes de que la tierra existiera.
Las galaxias tienen formas diferentes: espirales, barriles, elípticas. Cuarenta por ciento de ellas son ‘peculiares’, término que en astronomía significa galaxias que no ‘calzan’ en ninguna clasificación de la mente humana. Galaxias nunca vistas antes, inexplicables ahora. Ta vez, incomprensibles por siempre. Como si esto fuera poco, los astrónomos han extrapolado la información sobre esta pequeña ventana en el cielo y ‘estiman’ que hay más de cincuenta billones de galaxias, ‘cincuenta billones’. Billones con B ‘larga’. Para qué mencionar ‘quarks’, agujeros negros, estrellas; un sinnúmero de cuerpos, cuerpitos y cuerpazos galácticos.
En cierto momento, la película muestra la superficie de un cuerpo cósmico sin nombre. Rocas, cráteres, montañas, quebradas, valles, todo plomizo. Es un panorama inerte, pero no por muchos minutos. Un ruido estratégicamente ascendente previene a los espectadores de la película que se acerca una estampida de ‘algo’.
Aparece en escena una manada de monstruos similares a los dinosaurios. Dinosaurios copulando, corriendo, procreando, peleando. Dinosaurios devorando a dinosaurios y, al mismo tiempo siendo devorados por otros monstruos, los dinosaurios más poderosos sobreviven, los demás son la comida de los primeros.
Siempre he rechazado la películas de monstruos inventados. Hoy, sin embargo, me enriquezco con la explicación de la lógica adolescente: “No será que quienes producen estas películas horripilantes, están interpretando el mundo de los humanos. Hombres concupiscentes devorando todo lo que pueden, despiadados con el prójimo. La vida de los seres humanos físicamente débiles no tiene valor. ”
“No será que la presentación del panorama desértico es una advertencia gráfica de lo que será la tierra en pocos años”… Los adolescentes tienen ideas sorprendentes. (O)