MALAS COMPAÑÍAS / Mario Fernando Barona

Columnistas, Opinión

Las relaciones interpersonales son muy complejas y requieren de ciertas habilidades para no hacer ni hacernos daño, habilidades que van desde las más elementales como mostrar buenos modales hasta las más sensibles como saber escoger con quién compartimos momentos. Y aunque hay personas que carecen de lo uno y lo otro, lo más común es encontrar gente mal acompañada y que se alimenta de malas influencias, lo cual a la postre, amigo mío, es bastante perjudicial.

¿Cómo entender semejante sinsentido si se supone somos seres pensantes con capacidad de analizar lo que nos beneficia de lo que no? De acuerdo con la psicología podrían ser rebeldía, ignorancia, depresión o mil motivos más los detonantes de tal comportamiento, lo cual es entendible dado nuestro nivel de complejidad como humanos, no obstante, resulta increíble y fascinante saber que la biología nos demuestra científicamente la existencia de un pequeñísimo ser, tan minúsculo como el organismo unicelular que es, el cual sí sabría ‘escoger sus amistades’; por tanto, ahí donde lo ve, o mejor dicho, ahí donde no lo ve, este microbio nos estaría entregando una gran lección de interrelación.

Esta criatura de nombre coanoflagelado (más conocido como ‘coano’) suele reproducirse únicamente cuando se junta con un tipo de bacteria en particular que es la que le sirve de alimento. Los científicos comprobaron que misteriosamente en el laboratorio estas criaturas sociales se volvían solitarias y morían, por lo que decidieron aislar todos los microbios circundantes y ofrecerles como alimento exclusivamente las bacterias restantes -una por una-. De las 64 especies de bacterias, solo una restauró la sociabilidad de los coanos y por ende su reproducción; es decir, incluso estos diminutos microorganismos, a pesar de su poquedad fisiológica, saben escoger con quién juntarse, dejando de lado aquellas ‘amistades tóxicas’ que les hacen daño.

Todo esto me lleva a varias preguntas: ¿Por qué si estos seres tan insignificantes saben elegir a quienes les hacen bien, nosotros contaminamos nuestras vidas apoyando a políticos sinvergüenzas, delincuentes, narcotraficantes y asesinos? ¿Por qué seguimos aplaudiéndolos si sabemos que nos mienten? ¿Por qué si un coano prefiere morir en soledad al no encontrar su par positivo, muchos de nosotros matamos por defender a nuestro par negativo? Seguramente la ciencia tendrá una respuesta más elaborada, por lo pronto, me atrevo a suponer que al igual que los coanos, los humanos priorizamos la supervivencia y muchas malas compañías nos engañan ofreciéndonos vidas esplendorosas que nunca llegan.

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