Más allá del machismo y feminismo / Ing. Patricio Chambers M.
En estos últimos años y en buena parte del planeta hemos visto crecer las demandas en favor de los derechos de la mujer, lo cual sin duda tiene ante todo el sustento de los hechos que nos hablan de una serie de conductas impropias registradas día a día ante las damas.
Lamentablemente dichas actitudes devienen de una cultura machista de larga data especialmente en nuestros países latinoamericanos, donde en lugar de censurar ese tipo de acciones, se las celebra para incluso convertirlas en una especie de trofeos que los “machos” atesoran a lo largo de su vida.
Pero ha llegado el momento de reflexionar y revisar seriamente ciertas actitudes principalmente desde el lado masculino, en cuanto al trato que hemos venido dando a las mujeres el cual muchas veces termina en maltrato y agravio contra ellas. Lo peor de todo es que ni siquiera hemos sido conscientes de aquello.
Esto ha llevado al surgimiento y fortalecimiento del movimiento feminista en el mundo entero bajo la perspectiva de lograr un auténtico cambio cultural, que por lo demás podría ser necesario y positivo.
Sin embargo y tal como lo advierten varios autores, como toda revolución también ésta entraña peligros como el llevar las cosas al extremo de tal manera que resulte casi imposible mirarlas con objetividad, para más bien caer en el resentimientos o deseos de venganza.
Una de las vías que este movimiento más ha transitado es librar su batalla desde el campo judicial, pues a raíz de innúmeras denuncias, se ha popularizado la idea de instaurar protocolos y normas que aseguren una buena convivencia.
Sin embargo, una protocolización excesiva conlleva siempre el peligro de querer de enmarcar el comportamiento humano en leyes y reglamentos, así sea por proteger a las víctimas de tales atropellos.
El punto es que la existencia humana no puede ser encajada mediante normativas, pues su realidad supera en mucho lo que cualquier ley pueda proponer. Por otro lado, lamentablemente la justicia en nuestros países en general responde a intereses ocultos, que hacen muy difícil emitir fallos totalmente justos.
Entrar por esa línea es acentuar comportamientos acartonados y artificiales, sacrificando el valor natural del acercamiento que pueda darse entre ambos sexos. Es así como ya se escucha de algunas legislaciones que condenan la galantería y el piropo, tan característico en nuestra gente.
Es indispensable encontrar mejores vías que lleven a una adecuada convivencia entre hombres y mujeres. Nos parece que por ejemplo promover reflexiones conjuntas sobre el rol de unos y otras en este mundo puede ser algo valioso, pues más allá de las diferencias biológicas es necesario recordar que todos somos seres humanos.
De ahí la importancia de que ambos volvamos a sentirnos parte de una misma humanidad, que es lo mismo que decir parte de una misma familia y empezar actuar más fraternalmente en un mundo donde las diferencias nos permitan complementarnos en lugar de dividirnos y acercarnos antes que enfrentarnos. (O)