Matar sietemesinos / Esteban Torres Cobo
Nos consideraban extremos, medios locos y hasta nazis a los que hace algunos años alertábamos la verdadera agenda que seguía el aborto en nuestro país. Tuvimos la primera discusión pública con la reforma que se quiso hacer al Código Orgánico Integral Penal que, afortunadamente, no prosperó. Pero desde ese momento se ventilaron estadísticas falsas, supuestas 60.000 violaciones con embarazos al año que decían se daban en el Ecuador y espeluznantes mazmorras donde se encarcelaban a jóvenes que habían decidido terminar con la vida en sus vientres. En fin, de todo se dijo.
Algunos sabíamos que el plan recién comenzaba hasta terminar en la verdadera lucha de estos potentes grupos extremos: aborto libre sin límites ni condiciones. Sin embargo, ingenuos con buena voluntad compraron parte del discurso y, en ese momento, ablandaron su posición ante el discurso violento y extremo de terminar vidas que se pueden salvar en vez de eliminar.
La careta, sin embargo, se cayó hace poco y los ojos de mucha gente se han vuelto abrir. La verdadera agenda se reveló ante los ecuatorianos y no gusta a nadie. ¿Quién en su sano juicio votaría porque se asesinen a bebés de siete meses cuando su madre es mayor de edad? ¿O a que se asesinen bebés de ocho y hasta nueves meses cuando su madre es menor de edad?
Las cortinas se rasgaron cuando la Defensoría del Pueblo, encargada lamentablemente de la redacción del Proyecto de Ley por orden de la Corte Constitucional, propuso en un principio aborto sin ningún tipo de límite de semanas y sin habilitante para acceder a él más que llenando un mísero papel diciendo que existió una violación. Un formulario como el que se llena cuando alquilan zapatos antes de jugar bolos.
Posteriormente, y dentro de la misma agenda que desprecia la vida humana y espera ansiosa que se establezcan clínicas auspiciadas por Planned Parenthood en nuestras ciudades, la Comisión de Justicia fijó las polémicas 28 semanas para abortar en mayores de edad. Y sin límite para menores.
El mejor ejemplo de que ciertas “élites” políticas (aunque les sobran corbatas de polyester) están divorciadas de las aspiraciones y los valores de los ciudadanos de a pie. Afortunadamente, parecen haberse dado cuenta de su estupidez política y táctica y se quedaron sin piso. Triunfará la vida y el sentido común. (O)