MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL: ¿Cuerpo sano en mente quebrantada? / Klever Silva Zaldumbide
El Día Mundial de la Salud Mental, que se celebró el reciente 10 de octubre, tiene como objetivo concientizar y erradicar el estigma social en cuanto a los problemas de salud mental en todo el mundo. ¿Pero nos hemos preguntado algunas si cuidamos nuestra salud mental? ¿Sabemos cuidarla? ¿Hemos recibido alguna vez herramientas y/o slogans mentales por parte de un/a profesional para hacer una buena gimnasia cerebral y así administrar adecuadamente nuestras emociones? Tenemos casi por naturaleza un grande e imprudente impulso a juzgar a priori a los demás sin saber que existen trastornos de conducta, de personalidad, del estado de ánimo, algunos leves, otros graves, con pensamientos, emociones, sentimientos y actitudes inadecuadas que muchas veces ni siquiera son diagnosticados y por ende esas personas no reciben ayuda y viven un “viacrucis”, tanto el que lo padece como su entorno familiar, personal o laboral.
Si a eso le sumamos el desbarajuste conceptual y apreciativo acerca de los medicamentos utilizados para estos trastornos, los mitos, las creencias descabelladas y las generalizaciones irracionales, pues ya podemos darnos cuenta en qué oscura “mazamorra” vivimos en cuanto a este transcendental tema para nuestras vidas.
Aunque nacemos sin miedos, éstos no tardan en aparecer, tenemos miedo a crecer, a ser diferentes, a no ser auto suficientes, miedo a no ser especiales mientras luchamos por ser como los demás esperando su aprobación. Nos da miedo que nos juzguen, a no encontrar trabajo y cuando lo encontramos tenemos miedo a perderlo. Nos aterra no encontrar pareja porque la “domesticación social” y nuestro sistema de creencias nos presiona a que debemos estar con alguien, pero al mismo tiempo tenemos miedo al compromiso porque queremos ser libres y tenemos miedo a firmar contratos de por vida.
A veces, parece que cabe suponerse si es así como nos quieren, con miedo a vivir, nos enseñan a resolver “factoreo de Baldor” en lugar de enseñarnos a gestionar nuestras emociones. Pues quizás siendo una sociedad con tal alto índice de analfabetismo emocional haya conveniencia para los dueños del planeta. ¿Te has preguntado alguna vez qué pasaría si en lugar de normalizar el odio, tratamos de entender por qué? ¿Nos hemos preguntado cómo un puñado de sagaces sociópatas politiqueros saqueadores pueden destruir países enteros y sus economías promoviendo el odio entre nosotros para interés de ellos, auspiciando la narco política y la narco delincuencia en todos los ámbitos?
Factores como la pandemia, el desestabilizador y, económicamente hablando, lapidario paro, el narcoterrorismo que vivimos, y si a eso le sumamos los conflictos propios de cada una de nuestras vidas, basta y sobra para generar este tipo de trastornos.
Millones de comentarios y opiniones inundan las redes sociales escudándose en la libertad de expresión, pero eso no es más que hacer apología del odio sufriendo tanto quien lo recibe como quien lo hace. El odio es ahora el precio a pagar por estar en ellas.