Escepticismo lógico

Columnistas, Opinión

En una buena mayoría de enfermedades, las características de base son: el dolor, la inflamación y la baja o mala competencia de las defensas. Miles de trabajos de investigación han sido realizados tanto en humanos como en animales, con criterios científicos rigurosos, para aclarar los efectos de la acupuntura y de la Moxibustión para atacar estos fenómenos. La acción sobre el dolor se explica por medio de varios mecanismos de acción local y a distancia, sobre el Sistema Nervioso Central y Vegetativo, acción neuroendocrina, por estimulación de la secreción de endorfinas.

Detengámonos un poco en este último mecanismo de la acción contra el dolor de la acupuntura, algunos experimentos realizados en China y Japón sugirieron que debía haber algo más. Eran experimentos que se llaman de «circulación cruzada», es decir, se hace acupuntura para anestesiar a un animal A y se obtienen resultados. Se cruza la circulación sanguínea del animal A con otro animal B (al que no se le realiza acupuntura) y este último también se anestesia. Esto sugirió que había «algo» que se transmitía por vía sanguínea (y no sólo nerviosa) cuya producción era estimulada por la acupuntura. Cuando se descubrió en occidente que el ser humano poseía un sistema antidolor natural en el cerebro, cuyos productos eran secretados y circulaban por vía sanguínea, los chinos se lanzaron inmediatamente a experimentar y medir la acción de la acupuntura sobre el mismo. Este sistema se denominó sistema opioide, por analogía con los efectos del opio, y los productos secretados a la sangre endorfinas, por analogía con la morfina. Posteriormente, se descubrieron diversas familias de endorfinas y otras substancias con la misma acción, como las encefalinas y los nagapéptidos. Todas tenían una acción natural antidolor.

La ciencia oriental demuestra que la acupuntura aumenta estas substancias, en numerosos trabajos experimentales presentados en congresos desde 1978 hasta hoy, que fueron corroborados por otros estudios combinados en New York y Japón. Además, se demostró la acción bidireccional del sistema opioide sobre el psiquismo, es decir, la estimulación para las emociones positivas. Por lo tanto, estimulan el sistema inmunitario (defensas) a más del sistema opioide, antidolor.  Por el contrario, es modificado por las emociones negativas, que lo deprimen y, en consecuencia, deprimen las defensas del organismo y la respuesta al dolor que depende del sistema opioide.

El hecho de que la investigación fundamental haya demostrado que un sistema fisiológico, inicialmente considerado como un puro sistema analgésico, esté íntimamente interconectado con el sistema inmunitario y con el emocional es un ejemplo, entre muchos, que rompe las artificiales compartimentaciones racionalistas y cartesianas en las que se fundamenta aún una parte de la nuestra medicina convencional. Todo esto hace que progresivamente se vaya pulverizando el escepticismo lógico de una escuela médica desconocida y de difícil acceso a occidente por la cultura, el idioma, la filosofía y quizás también por el simple hecho de que no es “rentable”, ya que persigue ir a la raíz del problema y consecuentemente satisfacer el requerimiento verdadero del paciente.  (O)

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