MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL: Espasmos mímicos / Kléver Silva Zaldumbide
Los tics, llamados también espasmos mímicos, son un tipo de movimientos anormales, estereotipados, cortos, rápidos, repetitivos, espasmódicos involuntarios que no perturban la actividad voluntaria y que se repiten a intervalos irregulares e involucran ojos y músculos faciales y se manifiestan clínicamente como, contracción de los ojos, muecas faciales, parpadeo rápido de los ojos, etc. Se trata de unos movimientos convulsivos, inoportunos, precedidos generalmente de un impulso irresistible y que ocasionalmente pueden ser parcialmente controlados, por lo general por corta duración durante la cual la persona hace un gran esfuerzo para controlarlos, pero esta supresión provoca gran malestar en quien los padece.
De los tics motores simples (movimientos elementales que comprometen a un grupo de músculos o a un grupo reducido de éstos) tenemos: parpadeo, aleteo de nariz, muecas, sacudidas de cuello, sacudidas de extremidades, movimientos oculares, movimiento de pared abdominal.
En su gran mayoría son idiopáticos (no se reconoce causa conocida) y dentro del grupo de tics secundarios están los postraumáticos que dado el interés que ha cobrado el campo de los movimientos anormales y los avances en las técnicas diagnósticas, no dudamos que aumente en el futuro. Hay otros tics que no son tan llamativos, que pasan inadvertidos ante nuestros ojos y, a veces, hasta se interpretan como una peculiaridad gestual del carácter de quien los padece. Y en realidad no serían muy diferentes de un gesto personal a no ser porque, lejos de haber sido elegidos voluntariamente para adornar o enriquecer el caudal expresivo, surgen en la infancia de una forma brusca, repetitiva y con una alta frecuencia.
Como ocurre con tantas otras alteraciones, no hay una causa clara que explique su origen, aunque si pueden señalarse factores que influyen en él. Por ejemplo, los tics son más habituales en aquellos contextos familiares donde hay rasgos obsesivos de carácter compulsivo. Familias muy rígidas en las normas, con poca permisividad en la expresividad social y fuerte control del comportamiento de los hijos, a los que se les exige de manera inflexible un tipo determinado de conducta. Los tics aumentan también con facilidad ante ciertos acontecimientos tensionantes (un examen, la muerte de un ser querido, una situación violenta en el hogar, entre muchas otras). En general, los tics no son incapacitantes, pero limitan un poco el ámbito de relación de las personas que los padecen o crean problemas secundarios, al afectar al proceso de socialización dañando la autoestima del individuo, en el ámbito profesional, sin embargo, no suelen suponer ningún perjuicio. Pasajeros o persistentes, los tics, pueden clasificarse como transitorios o crónicos.
La restauración del flujo electromagnético, que es parte del mecanismo de acción de la Acupuntura, hace que el tic facial sea resuelto y mientras más temprano se acuda más probabilidades de recuperación total tiene quien lo padece. Se acompaña de hidroacupuntura y complementariamente, con fisioterapia facial y tratamiento psicoterapéutico. En casos extremos y muy severos se puede recurrir a los tratamientos farmacológicos o invasivos actuales que son en su mayoría exclusivamente sintomáticos y temporales.