Esperanza con certeza

Columnistas, Opinión

Por lo que ha decidido la mayoría del pueblo ecuatoriano (16 provincias de 24) se respira un poco de aire de tranquilidad en el ambiente, pues, según el Banco Central, el riesgo país, que es un indicador que mide el nivel de confianza de los inversionistas y que hasta incide en las tasas de interés para los créditos, retrocedió de 1.814 puntos a 1.750 puntos, es decir descendió 64 puntos en beneficio de todos nosotros los ecuatorianos. Pero a la vez, la incertidumbre continúa, pues para nadie es desconocido que el flamante mandatario recibe un país destrozado social, económica y moralmente.

A cada paso escuchamos a la gente decir: “odio la política”, “aquí, prohibido hablar de política”, “a mí, la política me da asco” entre otras expresiones que, lo único que se logra es dar ventaja a los enfermos politiqueros que imponen su estulticia buscando solo poder ilimitado para su propio beneficio manoseando así, a hurtadillas y descaradamente, nuestros recursos. Si los politiqueros son los que saquean nuestros recursos para estar de crisis en crisis, ¿cómo es posible que no nos interese la política si a la final se trata de nuestra economía?

Parte de la problemática es que la mayoría de nosotros no nos damos cuenta de que, probablemente, la materia llamada “economía” sea una de las más importantes para la vida diaria. El analfabetismo y la incomprensión de esta disciplina es tan enorme que hasta podemos pensar que los politiqueros demagogos que “discuten” acerca de la distribución de la riqueza en nombre de la falsa “justicia social” no tienen la más mínima idea de cómo se la crea, pues solo hay dos opciones para vivir, se puede vivir del trabajo y esfuerzo propio o del ajeno, lógicamente ellos escogen lo segundo. Dentro de los que no quieren vivir de lo ajeno y sin esfuerzo hay dos opciones, o consiguen los recursos pidiendo caridad esperando la buena voluntad de los otros o los consiguen por la fuerza a través de confiscación obligatoria. Qué gratificante es escuchar historias de gente trabajadora de bien cuando dicen que han surgido desde abajo, con dos trabajos, con malas noches, con largos períodos de estudio, que empezaron con un cuarto y un baño, con un arroz con huevo y dos cucharas para él y su esposa, que han estibado en los puertos, y que lenta y honestamente fueron creciendo.

Casi igual deberá ocurrir en el mundo de los escritores, poetas, juglares, pintores y más, que, entre sus sueños y encantamientos de igualdad, fascinan a nuestras emociones e impulsos, muchas veces hasta defendiendo tiranías totalitarias y devastadoras.

Habrá que fomentar una cruzada cultural contra esa maquiavélica planificación y progresivo depravamiento que, desde hace tres décadas, están corrompiendo el pensamiento de la gente y en especial a los jóvenes, haciéndoles creer que son derechos a sus deseos personales y que son abusos los derechos de los demás. Con malvada imposición anulan al individuo, que es una persona pensante y valiosa, convirtiéndola en una simple herramienta para el logro de sus fines perversos y dónde la única voluntad individual que se ejerce es la del gobernante a costa de la perdida de la libertad y de los bienes bien habidos de la gente.  (O)

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