Golosina y más

Columnistas, Opinión

Una verdadera “golosina” la inspiración de Mário Raul de Morais Andrade (1893-1945), investigador, cultivador y crítico de la poesía, la ficción, la música y las artes plásticas. Y si a esta golosina le acompañamos con unas máximas esparcidas en la web a manera de slogans mentales para que nuestro cerebro emocional necio, obstinado, víctima, sufridor, culposo y juzgador no se desboque como caballo asustadizo y que el cerebro pensante, reflexivo, analítico y discerniente triunfe, dándonos la paz que necesitamos en esta frenética, delirante, extraviada y desenfrenada vida:

“Nadie es indispensable en la vida de nadie, ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, cada uno y cada cosa tiene un tiempo definido en nuestra vida y un papel especial en nuestra historia. Quien se va, hasta luego, que le vaya bonito, y quién llega, bienvenido sea. Sentimientos viejos mueren y otros nuevos nacen, amistades acaban y otras empiezan, sólo preocupémonos por ser felices, la vida son capítulos que estaban escritos antes de que comenzáramos a vivir, solamente disfrutemos de cada uno de ellos sin miedo, sin temor, sin competir ni aferrarnos a nada ni a nadie. De la vida aprendimos que es mejor no preocuparse demasiado, lo que llega es por algo, y lo que se va también. Aprendimos que no todo es color de rosa, que la soledad no es tan mala, que las lágrimas no se las merece quien nos las hizo derramar, que el amor no se puede forzar y que llega cuando menos se lo espera. Aprendimos que las mejores cosas de la vida no son las cosas materiales o lo que se pueda comprar, sino los momentos vividos y que la vida hay que vivirla con amor, honor y valores. Seamos felices a nuestra manera, no a la de cualquiera, porque la vida es prestada y no sabemos cuándo nos la van a pedir de vuelta. Que el tiempo no se nos pase, rodeémonos de personas que nos hagan reír tanto, que se nos olvidé lo que nos hizo daño. Enfoquémonos en lo bueno, en lo positivo, miremos al mundo con los ojos bien abiertos dispuestos a descubrir nuevos caminos sin preocuparnos por impresionar a nadie. La única persona indispensable en nuestra vida y que nos dará felicidad, somos nosotros mismos. El ayer ya es historia, el hoy es un gran regalo, y aunque sabemos que sólo se vive una vez, si lo hacemos bien, será suficiente. La vida es cíclica y no intentemos borrar ni un solo día, los días buenos nos han dado felicidad, los malos nos han dejado experiencias y los peores nos han enseñado a vivir.”

“Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante que el que viví hasta ahora. Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces; los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente. Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa, sin muchos dulces en el paquete. Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír de sus errores y que no se envanezca con sus triunfos. Que no huya de sus responsabilidades, que defienda la dignidad humana y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez. Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas, a quien los golpes duros de la vida le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mi conciencia.” (O)

MEDICINA INTEGRATIVA ORIENTAL

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