La temible «culebrilla»

Columnistas, Opinión

Es una enfermedad imprevisible, frecuente, lancinante y muy dolorosa, causada por el mismo virus de la varicela (exclusivamente humano). Tiene que haber presentado varicela primero, el virus queda latente en las neuronas sensitivas de los ganglios espinales y ganglios de los nervios craneales durante la vida del paciente. Su síntoma inicial es sólo dolor, el cual puede confundirnos con otra enfermedad, pero cuando aparece las “ampollitas” es de fácil diagnóstico, pero de difícil manejo, ya que el dolor es extremadamente intenso inclusive al ligero roce de la piel.

La función del dolor es, en cierto sentido, protector, “útil”, que nos cuida y nos brinda la posibilidad de pedir ayuda. Los que trabajamos en este tema nos especializamos en tratar para que este dolor-alarma desaparezca. Pero también debemos combatir el tipo de dolor que, en general, no nos sirve de ayuda: el dolor “inútil”, como el de esta enfermedad, el Herpes Zoster, que ha dejado de ser un signo de alarma en nuestro organismo y sólo se encarga de destruir el ánimo de quien lo padece, puede alterar totalmente la calidad de vida de la persona, puede quedarse a vivir con el paciente por largo período de tiempo alterando la calidad de vida, la vitalidad y la longevidad de cada uno de nosotros. Puede llegar a ser tan intenso y agresivo que el paciente recurre a la idea de matarse. 

Hasta hoy el herpes zoster ha sido causa de diversas polémicas a la hora de aplicar un tratamiento eficaz y adecuado. No existe ningún tratamiento medicamentoso que evite el brote y su diseminación. Actualmente se utilizan antivirales, analgésicos antinflamatorios, parches anestésicos, corticoides, polvos sulfaminados, radioterapia, analgesia general, vitaminoterapia, antidepresivos, anticonvulsivantes, narcóticos, sedantes, vacunas, varias técnicas quirúrgicas, etc.

La Acupuntura, sin complicaciones ni reacciones secundarias, resulta ser muy efectiva para la recuperación del paciente con Herpes Zoster. Su acción se basa en el efecto antinflamatorio, activando nuestros propios sistemas antidolor (endorfinas, encefalinas, opioides, etc.). Adicionalmente incrementa las defensas regulando las funciones internas de los órganos.

El herpes zoster por tener la característica de ser cíclico y tan severo en muchas ocasiones es tan grave que requiere un tratamiento potencializado, usando sinérgicamente las dos terapias (medicamentosa y acupuntural), lo que redunda en beneficio del paciente disminuyendo la posibilidad de complicaciones, recurrencias y consecuentemente acortando el período de convalecencia.

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