Mendicidad en profesionales venezolanos
María Mercedes Ávila llegó con ocho familiares a Ecuador. Su título universitario y el de su esposo perdieron valor ante la necesidad de salir de su natal ciudad Petare de Venezuela para emprender el nuevo e incierto camino hacia una mejor vida para la familia.
En la calle Mera y avenida Cevallos de Ambato se ubicaron María Mercedes Ávila, su esposo y dos de sus hijos de 10 y ocho meses de edad para pedir comida, pañales, agua para bañarse y techo. Están tres días a la intemperie y durmiendo en el parque Cevallos.
“Ayúdennos por favor”, es el clamor de esta joven progenitora que explica haber tomado la decisión de migrar hace seis meses con su parentela debido a la insostenible situación económica que se vive en su país.
“Nos transportamos en cola” (aventón). “Tengo dos meses de gestación. En mi tierra pasamos hambre, no hay educación, medicina, salud, no hay nada. Yo era profesora de pre escolar y mi esposo se desempeñaba como gerente de una empresa. Primero llegamos a Colombia, luego pasamos a Ecuador hasta Quito y finalmente estamos en Ambato; vivo en la calle. Tenemos miedo”, agregó la migrante.
“Hay personas buenas que me han permitido llegar a sus hogares para bañar a mis hijos, pero cuando eso no se da, debo pasar la toalla para limpiar a mi prole”, agregó.
“Aún no tengo la posibilidad de laborar en la venta de caramelos, porque al momento pido a la ciudadanía que me apoye para dar de comer a mis hijos”, explicó.
“Hemos pedido a los transeúntes que nos permitan limpiar las casas, pero no quieren, debido a la desconfianza de aquellos coterráneos que en su momento cometieron errores”, acotó.
“A la sociedad le pido que no nos ignoren. Que todos no somos iguales y no venimos hacer daño. Por un minuto pongan la mano en el corazón y ayúdennos para comer, porque dormimos en la calle. Si ven a madres abrazadas a sus hijos no los maltraten y tampoco humillen”, finalizó. (I)