Mensajes y corrupción
“Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… ¡Yo no sé! …”
En esos términos, el poeta César Vallejo describía el espanto de las grandes catástrofes, y como efecto de su preocupación por la situación sociopolítica que lo rodeaba, plasmaba su abstracción en una de sus odas titulada “Los heraldos negros”.
Y aunque el amor, la solidaridad, y el interés por los necesitados son los sentimientos que afloran en la poesía de Vallejo que trasciende en el tiempo y en el espacio, el título del poema en referencia es una evocación de los mensajeros de la muerte, a la que alude como destino infalible que da sentido a la vida, en esa necesidad del ser humano de encontrarse como fin en sí mismo, imaginando su final.
Pero ‘los mensajeros’, ‘los heraldos’, no solo pueden anunciar dolor. Su presencia informa, notifica la llegada de otra manifestación, circunstancia, o evidencia que rompe con la costumbre, con el statu quo, en la necesidad de dar luces a una etapa plagada de ostracismo, de oscurantismo y corrupción que lacera el alma de los ciudadanos, los llena de aflicción; y, muchas veces de impotencia.
El mega operativo de la Fiscalía General del Estado denominado caso “Metástasis”, es uno de esos ejemplos de mensaje-acción en contra de la corrupción y el narcotráfico que, se lo recibe como esa noticia que genera esperanza, que inflama el espíritu y abre una línea de luz en medio del apagón institucionalizado, tal y como ha sido explicitado.
Sin duda conlleva preocupación y probablemente dolor para quienes son investigados, pero, simultáneamente confianza, expectación y optimismo en una gran mayoría de ciudadanos amantes de la paz, de la seguridad, la moral y la honestidad, que luchan todos los días porque se profundice -como antes fue- en la educación en valores, en la formación académica no sesgada, no restrictiva, no encasillada y no politizada.
Hay otros recados: apurados, silenciosos, no verbales, más bien gesticulares que, cual ‘caldo de cultivo’ causan incertidumbre, porque de suyo irradian confusión y sospecha. Estos bien podrían ser considerados empeños agoreros del desastre porque, advirtiendo el impacto que tendrían aquellos mensajes de claridad y armonía, intentan interferir en la visión ciudadana objetiva, para desencadenar gritos, demandas, reclamos y acciones de movilización en la finalidad última de crear caos y zozobra.
Son recursos desesperados porque la ‘ola de la verdad y la justicia’, pese a todos los intentos y no obstante las incrustaciones deshonestas, avanza indetenible y eso causa molestia, o parafraseando, “… son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.” como afirma César Vallejo.
La gestión pública cumplida a cabalidad, con rigurosidad, con observancia irrestricta de la ley, debe ser reconocida y valorada, sin que sea menester volver “… los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada”.
Que la justicia brille y los heraldos, en tiempo de adviento, sean el anuncio que nos permita hablar en corto plazo del renacer de una sociedad digna de mejores días.