Morales en el tribunal de la prensa / Luis Fernando Torres
Por haber dicho que a Carlos Luis Morales le lincharon mediáticamente quienes le sentenciaron anticipadamente desde algunos informativos y columnas de opinión, cuando ni siquiera había concluido la instrucción fiscal, se me ubicó entre los contradictores de la libertad de prensa.
Si hubiera afirmado que los comunicadores no tienen límites para llegar a las conclusiones que quieran sobre la culpabilidad de un personaje, seguramente me colocaban en el pedestal de los defensores de la libertad de información.
Preferí decir aquello en lo que creo y apareció la tormenta de críticas. Simplemente manifesté, invocando el Art. 76 de la Constitución, que una persona es inocente mientras no se le declare culpable en sentencia condenatoria ejecutoriada. Se le puede llamar sospechosa, procesada y enjuiciada, pero no culpable, durante las diferentes etapas del proceso penal, sabiendo que, con la instrucción, comienza la investigación en serio.
Es diferente la situación cuando se trata procedimientos administrativos o políticos. Al funcionario investigado se le puede declarar responsable de un acto no penal sin que se requiera, previamente, de sentencia judicial. La Asamblea Nacional ha destituido a asambleístas involucrados en los “diezmos” y a ministros y fiscales por actos ilegales. Por disposición del Contralor del Estado se han impuesto sanciones administrativas a servidores públicos. Sobran los ejemplos.
El ExPrefecto Morales no era investigado dentro de un procedimiento administrativo. Se le había iniciado una instrucción fiscal. Si bien los indicios encontrados permitían presumir que en las contrataciones se habían cometido irregularidades, nadie podía declararlo culpable desde un informativo o un editorial.
Leonardo Castellani, sacerdote argentino, dijo, a finales del siglo XIX, que “la libertad de opinión es la patente del sofista”, esto es, de aquel que presenta un argumento falso con apariencia de verdad. Ciertos opinadores son maestros del sofisma, así como ciertos comunicadores son maestros del escándalo mediático.
La libertad de prensa no es absoluta. Tiene sus límites en los derechos constitucionales de la gente, entre ellos, el derecho a la presunción de inocencia. Todo se puede hacer en nombre de esa libertad, desde investigar a fondo hasta formular juicios de valor, salvo declarar anticipadamente culpable a un procesado. (O)