¿Muerte cruzada? / Esteban Torres Cobo
La figura constitucional más polémica y jamás usada desde su creación en el 2008 vuelve al debate nacional. Estuvo en boca de mucha gente un año antes de que Lenín Moreno dejara el poder (es que solo se la puede usar en los tres primeros años de gobierno) y está en los tuits de sectores de opinión en estos días.
Los que la conocen bien entienden que, salvo en el caso de que la Asamblea Nacional enjuicie políticamente al Presidente y asuma el Vicepresidente sus funciones (Art. 129 Constitución), en el resto de opciones se van los dos a la casa. No existe figura que permita que el Presidente, por ejemplo, disuelva la Asamblea Nacional y se quede gobernando vía decreto hasta el 2025. La muerte cruzada implica llamado a elecciones en siete días y, al contrario de lo que piensan algunos, no existe un plazo para quedarse gobernado vía decreto. Puede ser dos meses como seis. Lo que tome organizar un proceso electoral expedito. Y, de allí, nuevas elecciones para Presidente y para Asambleístas.
Hasta aquí, el procedimiento. Ahora analicemos brevemente el entorno político de unas nuevas elecciones inmediatas entendiendo, por supuesto, que el Presidente disuelva la Asamblea y no que ésta le destituya, proceso casi imposible por su complejidad, pertinencia, ánimos y porque la Constitución del 2008 “olvidó” un mecanismo de candado para impedir que una parte la active luego de que la otra ya la activó. Es decir que si a la Asamblea se le ocurriese activarla el Presidente con un solo decreto podría explotar todo primero.
¿Pero cuál podría ser el resultado político de unas nuevas elecciones? El primero y más factible: la posibilidad de que alguien nuevo se siente en Carondelet y no el actual Presidente. Un entorno tan volátil, violento y explosivo entre los partidos más fuertes del país y los “outsiders” que asomen podría dar sorpresas. Políticos nuevos como Hervas, Yaku o Rabascal entrarían con ventaja luego de su participación en la última elección y pelearían sin duda una segunda vuelta. Y el fenómeno Yaku-Pachakutik que arrasó en la Sierra, por ejemplo, y que parece haber sido único en ese momento podría reeditarse nuevamente con Leonidas Iza, al que el gobierno sorpresivamente acaba de elevar a la relevancia política de pesos pesados como Nebot o Correa. Con los últimos ataques sobre el “triunvirato” y más Iza crece exponencialmente en imagen y conocimiento y con su imagen antisistema, además, que encanta en elecciones.
El segundo: una composición bastante similar de la Asamblea Nacional, sin los ansiados 71 votos de la mayoría aunque con el correísmo bastante cerca del número mágico. Solo pensemos en esto: si con partido prestado y un candidato pésimo obtuvieron 49 curules, ¿cuántas alcanzarían con un buen candidato y con un partido en marcha y en actividad con el que ya tienen ahora? Por el lado de la ID y si reeditan elección con Hervas a la cabeza tranquilamente alcanzarían un número similar o mayor de curules. PK con Iza, similar. Yaku en nuevo partido, algo modesto pero interesante. Por la derecha y en una batalla entre el oficialismo y el PSC, algo similar a lo de ahora. Se sabe que en el Ecuador el pastel para la derecha es menor que el de la izquierda.
Conclusión: sorpresas en el Ejecutivo pero mayores certezas en el Legislativo. ¿Le conviene al Ecuador? Decídanlo ustedes. (O)