Mullos cobran vida en Arte Ancestral
En medio de los paisajes pintorescos de Salasaka en Tungurahua, una joven visionaria ha encendido la llama de la creatividad, fusionando tradición y arte en una iniciativa única. Diana Masaquiza, una talentosa artista local, ha dado vida a una serie de obras de arte que encarnan la esencia misma de la cultura ancestral salasaka.
La chispa de inspiración para esta innovadora empresa surgió durante los días de confinamiento de la pandemia. En esos momentos de introspección, Diana se sumergió en su pasión por el arte y comenzó a esculpir figuras ancestrales utilizando mullos como su medio de expresión.
“Son mullos que se encuentran en distintos colores, y los coloco, según el color para formar la figura de animales», comparte Diana mientras revela el proceso detrás de sus creaciones. Desde serpientes serpenteantes hasta aves majestuosas, sus cuadros respiran vida con diseños ancestrales que normalmente se asocian con bordados o telares, pero aquí toman una nueva forma, una nueva dimensión.
En su exposición, Diana presenta aproximadamente 25 obras, cada una más cautivadora que la anterior. Estas representaciones artísticas, conformadas por mullos meticulosamente colocados en formaciones únicas, celebran la rica herencia cultural de su pueblo.
Una vez que las formas toman vida, Diana las fija sobre papel y las enmarca, listas para ser admiradas y adquiridas. “Me inspiro en mi mamá, que hace collares con formas, para plasmarlas en estos cuadros”, confiesa con una sonrisa. Cada pieza requiere casi una semana de dedicación meticulosa, pero el resultado final es una obra de arte que trasciende el tiempo y el espacio.
Los cuadros de Diana no solo son una expresión de creatividad, sino también un testimonio del patrimonio cultural de Salasaka. Con un precio de 30 dólares, estas obras han capturado la atención de turistas extranjeros que quedan fascinados por la habilidad y la pasión que se reflejan en cada trazo.
Pero el arte de Diana no se limita solo a los cuadros. También se sumerge en el mundo de la cerámica, creando figuras de indígenas, conjuntos de casas antiguas y una variedad de accesorios, desde chaquiras hasta imperdibles, todos elaborados con el rico tejido cultural de su comunidad y la elegancia natural de la alpaca.
Con cada obra, Diana Masaquiza no solo preserva la herencia ancestral de Salasaka, sino que también la reinventa, infundiendo nueva vida y significado en cada trazo y cada forma. (I)