Nada ni nadie nos vencerá

Columnistas, Opinión

Arremolinados, como siempre, buscando hacerse fuertes en medio del caos, los pupilos del absurdo intentarán a toda costa “destruir para avanzar”. Ya lo han hecho, pero la comunidad, la institucionalidad y aún más, el clima, ha frustrado su malévola arremetida.

Esa praxis les hizo fuertes en el pasado y no han dejado de insistir en ella, incluso hoy, que parecería que la suerte les ha dejado de acompañar, porque la ceguera nocturna de una población sometida al alarido y la prepotencia de antaño ha dado un giro en sus percepciones y está apostando por la seguridad, la oportunidad de crecer laboral y económicamente; y dar el salto definitivo por el desarrollo y el cambio de paradigmas.

Los nubarrones aumentarán con el pasar de los días, pero de ninguna forma serán señal de vecindad de la tormenta. Todo lo contrario: anticipación al advenimiento del bien y la necesidad de hacer las cosas con sana intención y decisión.

No deja de admirarme -en esta época de limitaciones energéticas- la claridad de pensamiento y objetividad que encuentro en el mensaje del ciudadano de a pie, del transportista, del tendero de barrio y hasta de aquel que circunstancialmente pide ayuda, soportado en un parterre o calcinado en la calzada, apuntando y reconociendo con positivismo lo que enfrenta el país y la coyuntura que nos aguarda si fortalecemos el respaldo al candidato serio, cuya entereza nos ayude a eliminar la narcoviolencia para regenerar la instancia de paz y progreso.

Y claro, las diferencias se hacen elocuentes. La dualidad se re expresa sinceramente para marcar distancias entre unos y otros, vale decir: entre nosotros y ellos, los causantes de todos los males que ahora nos aquejan y que se empeñan en volver a apropiarse no solo del territorio y la riqueza circundante, sino del sentimiento popular, felizmente recuperado y altivo, más aún, frente a la desazón y malestar evidentes en los países que aún no se sacuden de su presencia.

El viejo adagio señala que es pertinente sembrar con el ejemplo y, a la sazón, amén de opiniones distintas, tenemos uno a disposición en el día a día que nos genera tranquilidad y certezas.

No desviemos la mirada del objetivo central de prosperidad y recuperación de la patria ecuatoriana que se sucederá en tanto derrotemos a los adalides de la corrupción, el abuso y el narcoterrorismo.

Es verdad que aún resta mucho por hacer, pero mientras ese norte nos cobije, nada ni nadie podrá vencernos. (O)

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