Nelson Mandela, una vida por la equidad / Ing. Patricio Chambers M.
Este 18 de julio se cumplieron 101 años del nacimiento de Nelson “Rolihlahla” Mandela, en una pequeña aldea situada al sur de Sudáfrica, llamada Mvezo.
Este personaje, uno de más importantes del siglo XX fue hijo del jefe de su tribu, quién lo llamó Rolihlahla (revoltoso). A los siete años fue bautizado con el nombre de Nelson para que pudiera ir a la escuela metodista. Cuando muere su padre, Nelson queda al cuidado de su primo, el gran jefe Jongintaba.
Esta cercanía le permitió aprender de los jefes tribales, forjando gran parte de su personalidad y ante todo, tomando conciencia del sentido de justicia. A sus 23 años en Johannesburgo pasó a formar parte del partido político “Congreso Nacional Africano” (CNA) que luchaba por los derechos de la población negra del país.
En 1948, el gobierno de Sudáfrica cae en manos de un grupo de nacionalistas radicales que impusieron la supremacía de la raza blanca, dando origen al apartheid que tuvo su sustento en políticas raciales discriminatorias.
Durante muchos años Mandela y su partido desarrollaron una lucha armada desde la clandestinidad, para acabar con el apartheid. En 1962, fue arrestado y condenado a cadena perpetua por conspiración contra el Gobierno, entre otros delitos. Pasó 27 años en la cárcel viviendo en condiciones precarias, al punto que sólo podía recibir una visita y una carta cada seis meses.
La presión social hizo que el 11 de febrero de 1990 el Gobierno lo pusiera en libertad y Mandela pasa a liderar el CNA. En 1994, se celebraron las primeras elecciones democráticas de Sudáfrica, siendo elegido como el primer presidente negro de Sudáfrica.
Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1993, entre 250 premios más que le fueron otorgados por su continua lucha de forjar un mundo más justo. Sus acciones e inspiradoras frases han sido una guía para la humanidad entera, al decirnos por ejemplo que: “está en tus manos crear un mundo mejor para todos los que viven en él”.
La abolición del apartheid que en su momento era prácticamente irrealizable, logró hacerlo porque creía que algo “siempre parece imposible hasta que se hace”.
Su trabajo se orientó fundamentalmente hacia la formación de las nuevas generaciones pues estaba convencido de que “la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.
Para Mandela la humanidad puede vivir en armonía sin distingos, pues creía que “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”.
Ante los avatares de la vida, para este hombre los errores y caídas formaban parte de la vida porque para él “la mayor gloria no es caer, sino levantarse siempre”.
Su lucha por los derechos humanos, la equidad racial y de género fue permanente, es por ello que en su momento afirmaría que «mientras las mujeres estén atadas a la pobreza y mientras sean despreciadas, los derechos humanos no tendrán sentido». (O)