Ni cantores ni caramelos en buses / Editorial
Los problemas que existen en torno al tránsito urbano y rural se producen todos los días, que crean conflictos leves y graves que no encuentran soluciones acertadas. Han existido varios intentos que han dado resultados transitorios y, en el día a día, se retorna a las mismas costumbres como no hacer fila y respetarla.
El complejo problema del transporte público tiene varias aristas de difícil solución, que se las debe enfrentar con urgencia. El pueblo, en forma masiva y concurrente, ocupa este servicio que, dicho sea de paso, no ofrece comodidades necesarias, el aseo interior es lamentable, el trato de choferes y ayudantes a los usuarios es hasta grosero.
Las aglomeraciones en las paradas, especialmente, en las horas pico, tienen varios peligros, como la presencia de antisociales, la incomodidad para abordar el vehículo para personas mayores. Cuántos casos de caídas, de lesiones y hasta muertes registra la historia del transporte público. La bajada de los pasajeros es otro problema por los apuros de los conductores.
Es necesario que, en las horas pico, se aumente las frecuencias con disminución de tiempos bajo controles estrictos y la presencia policial en las paradas y en lugares estratégicos. Está bien que cantantes y carameleros, que exigen propinas y compras bajo amenaza, no puedan abordar los buses.
Un aspecto fundamental es la implementación de la caja común. Los dueños de los buses deben demostrar predisposición, aun con algún renunciamiento personal. La autoridad debe actuar para alcanzar el objetivo de la caja común. (O)