Niña María, intercesora y protectora de los creyentes
La emergencia sanitaria ha representado varios desafíos para todas las personas y para muchos ha devenido en el acercamiento hacia el Todopoderoso por medio de su madre la Virgen María.
En San Miguelito de Píllaro se recuerda aquellos años en los que las manifestaciones de fe se expresaban en varias formas, una de ellas fueron las procesiones, romerías, y más actos públicos que concitó la presencia masiva de familias devotas que una vez al año solían visitar y hacerse presente ante la imagen de la Niña María de Jerusalén.
La historia da cuenta que la devoción ante la sagrada imagen pintada en una pequeña piedra se conocía desde finales del siglo XVII.
La gruta de la Niña María está a dos kilómetros del centro parroquial y se sabe que fue encontrada la imagen en 1844.
Cada año solían desarrollarse dos peregrinaciones, la primera en mayo y la siguiente era el sábado anterior a la fiesta del ocho de septiembre que es el homenaje propiamente a la Niña María de Jerusalén.
Era usual la peregrinación hacia la gruta y también el desarrollo de la misa en la basílica de la Niña María situada en el centro de la parroquia pillareña.
Debido a las restricciones de las autoridades por precautelar la salud de la población, están suspendidos los eventos masivos y el clero acata todas las disposiciones del COE, sin embargo, la fe que es el tesoro llevado en la mente y corazón de los creyentes se conecta con la protectora celestial, porque se confía en su poderosa intercesión ante su hijo Jesucristo para que el virus que tantas vidas se ha llevado, desaparezca de la faz de la tierra.
En mayo que es dedicado a la Virgen María, las oraciones elevadas desde lo más profundo del corazón humano, representarán el perfume sagrado dirigido al Creador, pidiendo clemencia y misericordia divina. (I)