Niñez y juventud rebelde
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No puedo sentir más que pena y lástima ante una escena en donde un estudiante grita a la docente de manera insolente y procaz. La maestra se defiende, se altera; en común, ambos gritan en el espacio destinado a impartir, construir y elaborar el conocimiento para instrucción, educación y beneficio de la generación presente. Molesta e indigna la falta de respeto a la docente, lo que se ha vuelto común; no ha importado su condición de mujer y educadora.
En la revista “El Confidencial Digital” (2016), de la Universidad de Navarra, hay un artículo titulado: La Rebeldía de los Jóvenes: ¿Defecto o Virtud?; en donde dice que: “Rebelarse es oponerse a algo establecido por la norma o por la costumbre. Como los motivos y las formas de rebelarse pueden ser muy diferentes en cada caso, no hay rebeldía, sino rebeldías y rebeldes”. Continúa explicando que, “tradicionalmente la rebeldía ha sido considerada sólo como un defecto, por acentuar excesivamente el significado de una de sus acepciones: insumisión, desacato y desafío a la autoridad. En cambio, apenas se menciona esta acepción: “Rebelde se llama también al indócil, duro, fuerte y tenaz”. Entendiendo que estas actitudes son vinculables a algún bien que se quiere preservar o defender.
La niñez y la adolescencia, son etapas de grandes cambios físicos y psicológicos que influyen en el comportamiento y la autoestima. La indiferencia, tristeza o rebeldía son algunas características; muchos prefieren pasar más tiempo solos o con amigos que con sus padres. Sus conductas se vuelven contradictorias y actúan sin pensar. Es el comienzo de buscar caminos que lo acerquen a su definitiva independencia y a su autoconocimiento, rodeado de actitudes problemáticas porque sí; es una crisis por la que pasamos todos. Por esta razón, los adultos deben hacer equilibrio entre ser comprensivos y marcar límites a la vez. Pero, ¿qué hacer y cómo ayudar a adolescentes rebeldes? Muchos dirán que para eso está la escuela. Actualmente, el sistema educativo está plagado de situaciones anómalas que rebasan lo que pueden controlar porque se orientan a cumplir derechos y socapar actitudes de mal formación del hogar que se contraponen a la norma y la conducta educativa.
Negociar y establecer límites debe ser el camino para que el niño y adolescente comprendan que hay consecuencias si no cumple con los acuerdos. Los castigos o golpes no son la solución y pueden desencadenar en más rebeldía. Se propone, construir una relación de confianza escuchando activamente para mostrar empatía y comprensión; brindarles el espacio seguro para que puedan expresarse y ser las personas con la que el niño y adolescente quieran contar cuando necesiten ayuda o comprensión. Desde tiernas edades hay que estimularles en fijarse objetivos personales, tanto a corto como a largo plazo y reafirmar siempre, los éxitos que obtengan cuando influyan en otros de manera positiva. (O)