No está la última hora

Columnistas, Opinión

El rigor periodístico y las exigencias a ultranza respecto del supuesto
malestar que pueden generar en el “espacio exterior” algunas referencias
del primer mandatario -sacadas de contexto- según se afirma, cuanto,
respecto de su postura reactiva y firme sobre las actuaciones legislativas y
jurisdiccionales, contrasta abiertamente con lo que dicen los datos de la
última investigación de Click Research, que no será la única, aunque hoy
por hoy da luces.
Según ellos (los datos) el presidente mantiene un altísimo nivel de
aceptación. Por sobre el 53% que, junto a la opinión que la investigación
arroja sobre Fuerzas Armadas (71,26) y Policía Nacional (51,09), le permite
mantener gobernabilidad y aspiración electoral intactas, a pesar de las
dificultades y conflictos.
En cambio, Asamblea Nacional y Jueces, juntos, no superan una valoración
del 31%; y, separados, distan entre 30 y 40 puntos de la evaluación de
aquel a quien tanto aborrecen, se oponen y contradicen.
¡Esa no solo que parece, sino que -al momento- es la cruda verdad!
Y desde la óptica ciudadana guarda perfecta armonía, pues, no obstante,
hay que reconocer que la situación que atraviesa el país no es de lo mejor,
sino mala y su peor pesadilla, sigue siendo la delincuencia; la población es
optimista y expresa su positivismo cuando se pronuncia de forma irrefutable
en que la situación va a mejorar.
La cereza del pastel, en cambio radica en los cuatro mayores gobiernos
locales de Pichincha y Guayas (prefecturas y alcaldías) con titulares RC
como timoneles, cuya gestión, credibilidad y aceptación ha sufrido un revés
absoluto y, sin que sus valoraciones ciudadanas puedan generalizarse a
otros entes provinciales y municipales, con seguridad tampoco difieren en
mucho, salvo contadas excepciones.
Es que en la evidente crisis económica, social, política y climatológica que
atravesamos, la gente reclama y con razón, mayor objetividad, trabajo,
soluciones y menos despilfarro y farra en los gobiernos de cercanía.
Ahora bien, no siempre la visión de la élite política y la del pensamiento
coinciden con lo que percibe y piensa la población y, esa aparente
desconexión, resulta en una dicotomía interesante que finalmente apurará

un posicionamiento y respaldo que, algunas personas insisten en
cuestionar, en tanto otras se apresuran a dinamitar.
Independientemente de los resultados, lo grave, es la aparente
confabulación que se orquesta por todos los medios, contra la posible
candidatura del mandatario en funciones. Las cartas, apenas están siendo
echadas sobre el tablero y mientras más opciones surjan, más posibilidades
se consolidarán, amén del molesto detalle de la vicepresidenta, su entorno y
su avidez, que seguirá el curso que corresponda.

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