NO MÁS POLITIQUERÍA / Mauricio Calle Naranjo
Existe una diferencia gigantesca de la ciudadanía actual comparándola con los electores de los años pasados. Es una diferencia que pocos asesores políticos logran reconocerla o no quieren admitirla fundamentándose en estudios académicos validados, que han sido manejados bajo variables controladas, versus a fenómenos sociales que son dinámicos, los cuales poseen variables que pueden llegar a ser infinitas en la sociedad del siglo XXI. Esto lo resume el refrán popular que dice “una cosa es con guitarra y otra cosa con violín”. Sin embargo, no hay que menospreciar la rigurosidad científica, pero sí se la debe contrastar con el mundo real para que logre ser aplicable y de utilidad. En otro extremo existen los “magos” quienes, basados en una bola de cristal llena de chismes y patrañas, confían en su cúmulo de experiencias (mañas) a fin de predecir escenarios y estrategias.
El ciudadano actual, demanda de acciones que se concreten en su diario vivir. Y que gracias a la cantidad de información que circula en internet, tiene más conocimiento y racionaliza propuestas de solución. El elector ya no es el ingenuo cordero que sigue instrucciones para vanagloriar el ego y narcicismo de los candidatos. Vivimos en un mundo, donde las mejores universidades permiten el acceso gratuito a cursos y bibliotecas. Es tan simple que la información y el conocimiento es accesible desde un teléfono celular con internet.
En muchos países la pirámide poblacional ha cambiado, ahora las generaciones con mayor población no desean encasillarse en los dogmas de ideologías caducas. La sociedad busca resolver sus problemas en un plazo corto. Debido a esto, las estrategias de las campañas políticas deben evolucionar, no solamente con el objetivo de ganar, es su obligación otorgar soluciones a un electorado sofisticado el cual no se deja embaucar de charlatanes y de declamadores disfémicos. El pueblo exige candidatos preparados y honrados, no más politiquería. Finalmente confiemos que lo dicho por Platón, no se convierta en realidad: “Allí donde el mando es codiciado y disputado no puede haber buen gobierno ni reinará la concordia”.