Noche de furia en Santa Rosa
Bajo las luces pálidas de las calles Eloy Alfaro y Guayaquil, el reloj marcaba las 23:30 horas, de antier, cuando una llamada de auxilio de una mujer rompió la calma.
El ECU-911 alertó sobre un caso de agresión física, desencadenando una operación que revelaría las heridas ocultas de una comunidad.
Una mujer de 38 años, llegó a la UPC de Santa Rosa con marcas visibles en el rostro y un temor latente en sus palabras. Ella Denunció a una conocida, de 35 años, de haberla atacado en la feria de Pilahuín horas antes. Las secuelas físicas eran evidentes, pero las emocionales parecían aún más profundas.
El traslado de la mujer al Hospital se interrumpió a solo dos cuadras de la UPC. Una camioneta verde, con la presunta agresora en su interior y un fuerte olor a licor impregnando el ambiente, rondaba el lugar. Era como si la agresora se negara a abandonar la escena de su propia ira.
En flagrancia, los agentes procedieron a su aprehensión. La agresora mostró resistencia. Entre forcejeos con la policía y gritos llenos de acusaciones, intentó desviar la atención: «¿Cuánto les pagó para que me lleven presa? Mañosos, ya deben estar con el dinero en los bolsillos», exclamaba mientras se autolesionaba en el hospital, arañándose las manos como si buscara aliviar una carga invisible. El procedimiento culminó con su ingreso al Centro de Aseguramiento Transitorio. (I)