Noche que terminó en robo

La noche prometía ser solo eso, una más de diversión entre amigos. Un joven salió de su casa con la emoción propia de su edad que solo quería distraerse. Entre risas, música y copas, el tiempo se desdibujó en una discoteca de la ciudad. Pero lo que parecía una velada sin complicaciones se convirtió en una amarga lección de confianza.
Entre los tragos y la euforia, el joven y sus amigos compartieron con un grupo de mujeres de nacionalidad venezolana. La noche avanzó, y con ella, la percepción de la realidad se volvió borrosa. Horas después, el joven se despertó con la mente fragmentada y un vacío difícil de ignorar: su auto, un SOUEAST plomo con placas TBH-0000, había desaparecido. No recordaba la hora exacta, ni el momento preciso en el que le sustrajeron el vehículo. Solo la resaca y el desconcierto le confirmaban que algo no estaba bien.
Desesperada, su madre, alertó a las autoridades. La denuncia llegó a los operadores del ECU-911, quienes movilizaron unidades policiales para rastrear el vehículo. Tras intensos minutos de búsqueda, la patrulla reportó el hallazgo del automóvil en la parroquia Augusto Martínez, sector Laquigo, con algunos accesorios sustraídos. Allí, entre el desconcierto y el alivio, la madre reconoció el carro de su hijo.
Los oficiales procedieron con el protocolo de recuperación, explicando que el vehículo sería trasladado a los patios de la Policía Judicial para las investigaciones correspondientes. Mientras tanto, Bryan aún intentaba reconstruir las piezas de una noche que, entre tragos y excesos, terminó costándole más que un simple susto. (I)